Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Qué tiene de especial el Coronavirus?

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(Reuters: University of California, Berkeley Professors Lisa Wymore (L) and Greg Niemeyer look at the Zoom screen showing students in their online Collaborative Innovation course in Berkeley, California, U.S., March 12, 2020. REUTERS/Nathan Frandino)

La pandemia del coronavirus que estamos viviendo pasará a la historia como un período sin precedente. El estado de emergencia en todo el mundo y la parálisis de nuestras estructuras económicas y sociales son resultado de un virus pequeño y apenas visible.

Aparte del riesgo para la salud del coronavirus, también están en peligro los sistemas sobre los que se construyó la sociedad humana. Pues no distingue entre el estatus económico y social de un simple trabajador y el de un presidente.

Si pensábamos que teníamos una fuerte infraestructura económica y social, vemos que rápidamente un virus microscópico, pudo sacar la alfombra de debajo de nuestros pies. Países de izquierda, derecha y centro, están cerrando sus fronteras y pidiendo a sus ciudadanos que se queden en casa, detienen todo a excepción de los servicios esenciales.

Así, vemos que apareció un pequeño virus y desmanteló las conexiones materialistas que creamos, conexiones basadas en ganar dinero, explotar y competir.

El coronavirus: ejemplo del desequilibrio humano con la naturaleza

La naturaleza constantemente trata de restablecer el equilibrio: un estado de interdependencia bien engrasado, con base en que todos consideremos sólo el beneficio común. Nuestra naturaleza egoísta, por otro lado, se opone a esa consideración mutua, pues el ego humano se esfuerza por usar todo y a todos para su beneficio.

De esto se deduce que provocamos este virus al llevar nuestras conexiones egoístas a alturas incomparables. En consecuencia, surgió una partícula biológica que tiene fuerza para romper nuestras conexiones egoístas.

Además del coronavirus, en el mundo moderno, encontramos innumerables problemas a escala personal, social, global y ecológica, todo se debe a que tratamos de construir nuestro éxito en la ruina de los demás.

En tiempos recientes, el ego humano superó todos los límites. El mecanismo integral de la naturaleza ya no puede soportar los altos niveles de explotación, manipulación y abuso entre nosotros, los humanos, por eso reacciona con el coronavirus.

En la naturaleza, el nivel humano es el que tiene mayor influencia. Afecta la conexión física y biológica en los niveles inferiores; animal, vegetal e inanimado. Así, las conexiones humanas negativas dan lugar a retroalimentación negativa, con fenómenos biológicos en niveles más bajos.

Sin embargo, las pandemias no son nuevas en nuestro mundo. Hubo muchas más muertes en otras pandemias del pasado, cuando el ego era mucho más pequeño de lo que es hoy. Hemos pasado por pandemias tan implacables que incluso diezmaron la población de ciudades enteras. La tasa de mortalidad del coronavirus es relativamente baja, en comparación con la gripe estacional que causa más enfermedad y muerte. Entonces, ¿qué tiene de especial el coronavirus?

¿Qué tiene de especial el coronavirus?

Lo especial del coronavirus es que, a pesar del alto nivel de progreso que logramos en nuestro mundo, nos muestra que no podemos poner orden en nuestra vida.

Con pleno bienestar material, carecemos de relaciones humanas positivas. Y sólo podemos señalarnos y culparnos a nosotros mismos o más exactamente, a nuestra naturaleza humana egoísta que sin saberlo, acecha debajo de cada uno de nuestros pensamientos y acciones.

Con la revelación del coronavirus, la naturaleza nos muestra que sólo necesitamos curar nuestro ego, es decir, que necesitamos cambiar nuestro enfoque del mundo, de: «¿cómo pueden beneficiarme de los demás?» a «¿cómo puedo beneficiar a otros?» Ese es el significado más profundo detrás de la pandemia.

Vivimos en un mundo global e integral, la pandemia de coronavirus pone en claro que nuestra conexión, con base en el ego, en un mundo interdependiente, es defectuosa y peligrosa.

La naturaleza nos obliga a darnos cuenta de nuestra interdependencia total. Con esta comprensión, nos da tiempo para examinar cómo podemos relacionarnos, de manera diferente, entre nosotros y con la naturaleza, con actitud de apoyo mutuo, aliento y consideración, que sustituyan a la explotación, manipulación y abuso. Si usamos el tiempo que tenemos para lograr este cambio, saldremos de la pandemia hacia un mundo nuevo equilibrado y percibiremos nuestra interdependencia global armoniosamente.

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