Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Trabajo en casa, de obligatorio a atractivo

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Michael Antonorsi, jefe del departamento de Generación de alegría en Chuao Chocolatier, ve algunos documentos, mientras trabaja en su casa, frente a la playa, durante el brote de coronavirus (COVID-19) en Leucadia, California, EUA, 17/jun/20. REUTERS / Mike Blake

Aunque muchas oficinas ya reabrieron y la mayoría de las empresas de alta tecnología llaman a sus empleados, muchos prefieren, incluso piden, seguir con el trabajo en casa. Muchos están dispuestos a reducir su salario y otros beneficios, a cambio de la comodidad de quedarse en casa, pasar menos tiempo en la carretera y aliviar parte del estrés de un trabajo de tiempo completo. En general, parece que la gente perdió gran parte del impulso que tenía. En su lugar, muchos parecen contentos con salir adelante llevando un estilo de vida cómodo y tranquilo.

Es interesante ver que la cultura de la adicción al trabajo excesivo, que Occidente había luchado por cultivar durante casi un siglo, que comenzó hacia el final de la Gran Depresión, puede evaporarse tan rápido. Solíamos pensar que los jóvenes eran ambiciosos y motivados, pero resulta que esa mentalidad la “despejó” el virus.

Hoy, la gente parece contenta simplemente con vivir. Y de hecho, ¿por qué no? Hasta que empezó el consumismo, la gente no estaba tan preocupada por los logros; quería mantenerse a sí misma y a su familia, si lo lograba, estaba contento. ¿Qué tenía de malo? ¿la gente con éxito en su carrera es más feliz? No estoy muy seguro de que lo sea.

Lo que hace feliz a la gente es su desarrollo interior, cuando se da cuenta de su potencial personal y siente que su vida tiene significado y propósito. Si podemos asegurar nuestra existencia física, nuestra alegría depende de realizar nuestro potencial interior. Sobre todo hoy que entendemos que ese potencial está ligado a nuestros vínculos sociales. Cuando la gente crea conexiones sociales positivas, cuando todos se apoyan y se ayudan mutuamente a crecer, se sienten felices, contentos y seguros. Están contentos por contribuir con sus destrezas y habilidades con la sociedad y el resto de la sociedad, felizmente también lo hace. Juntos, maximizan su potencial personal, elevan a la sociedad a nuevas alturas, permiten que otros se beneficien de sus logros y facilitan que también los demás alcancen su propio potencial.

Y lo más importante, lo logran sin la tensión de un trabajo exigente y competitivo que los agota, hasta el punto en que no tienen energía para socializar. El tiempo en el que el trabajo y la carrera obligan a la gente a sentirse sola y triste, está llegando a su fin. Ahora que estamos obligados ​​a trabajar menos, viajar menos y pensar más, estamos preparados para entender el regalo que es preocuparnos por los demás, en lugar de preocuparnos por nosotros mismos.

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Publicado en: News, Negocios en el Nuevo Mundo

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