Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Podemos amar a una persona malvada?

maldad mal amorSí, se puede amar a la gente que hace, incluso los actos más despreciables, porque en su interior hay un punto del alma.

Tenemos que entender que hay diferencia entre cuerpo y alma. La gente que hace bien o mal en el mundo, no tiene alma.

El alma se llama «parte de la Divinidad de arriba». Estamos hechos de deseos de disfrutar, se llaman “cuerpo” y su gozo básico es a nivel corpóreo, donde pretendemos disfrutar de los placeres de comida, sexo, familia, dinero, honor, control y conocimiento. Con el tiempo, dentro del deseo de disfrutar emerge un pequeño punto de deseo, surge de un grado espiritual superior, por encima de la corporalidad.

En lugar de desear disfrutar sólo en beneficio personal, este pequeño punto de deseo tiene sus raíces en un mundo lleno de la cualidad de la naturaleza misma: amor y otorgamiento, más allá de los límites de nuestros deseos corporales. Si tenemos ese deseo, tenemos una parte del alma. Si no sentimos el deseo de elevarnos por encima de los deseos corporales, en la forma de amor y otorgamiento hacia los demás y la naturaleza, no tenemos alma, ni siquiera alma en su punto inicial.

Podemos comparar este punto de deseo con una semilla que necesita estar en condiciones adecuadas: suelo fértil, humedad, aire y cierta cantidad de luz solar, para que se desarrolle y florezca. En otras palabras, tenemos que poner este punto del alma en un lugar protegido, que pueda desarrollarlo hasta convertirlo en un alma plena, que pueda amar, otorgar y conectarse de manera similar a la cualidad ilimitada de amor y otorgamiento de la naturaleza.

Los cabalistas definen este punto del alma que emerge entre nuestros deseos corporales, como «punto en el corazón». Es decir, corazón, son nuestros deseos corporales, donde sentimos placeres transitorios y una vida temporal. El punto en el corazón es el deseo que está arraigado en el alma, donde podemos sentir armonía, paz y vida eterna.

Si sentimos ese deseo dentro de nosotros, un punto que plantea preguntas sobre el significado de la vida, sobre por qué estamos aquí, quiénes somos, qué es la realidad, por qué hay tanto sufrimiento en el mundo y otras preguntas existenciales fundamentales, podremos hacer que ese deseo, esté en condiciones de desarrollarse hasta su estado de alma. La sabiduría de la Cabalá nos enseña a desarrollar el punto en el corazón, a ampliarlo con diversos medios, hasta cierto volumen y dentro de ese volumen, hacer crecer el sentimiento de amor, otorgamiento y conexión positiva con todos y con la naturaleza misma. Así, alcanzamos nuestra alma.

Por eso, en relación con el desarrollo del alma, podemos agregar amor, cuidado y tratar de darle todo lo necesario para que florezca en su estado eterno y pleno. Pero, en relación con los deseos egoístas, no hay necesidad de amar a nadie. Los cabalistas le llaman ego o “inclinación al mal”, es decir, deseo de disfrutar a expensas de los demás y de la naturaleza, y en última instancia está en estado de muerte. Desde el principio, está destinado a ser destruido, porque dada su naturaleza, no puede sentir plenitud ni placer duraderos.

Por eso, podemos desarrollar amor, no hacia la parte egoísta de nosotros, donde se origina toda destrucción y sufrimiento, sino hacia la parte dentro de cada individuo, la parte llamada “humana”, el punto en el corazón que puede desarrollarse con intención totalmente amorosa y otorgante y que puede traer vida y luz al mundo.

Los deseos egoístas en nosotros son opuestos a la forma altruista y eterna de la naturaleza. Por eso, no se les considera “humanos”, que en hebreo es Adam”, que deriva de la palabra Domeh “similar” y de la frase Adameh LeElyon “similar al más alto». En otras palabras, ser humano es aquel que desarrolla su punto en el corazón de forma similar a la fuerza de amor y otorgamiento de la naturaleza y al hacerlo, nos elevamos al nivel humano, en similitud con la naturaleza, donde descubrimos la eternidad y perfección de su cualidad altruista. En ese estado, podemos “amar al prójimo como a nosotros mismos”, es decir, descubrimos la fuerza común de amor, otorgamiento y conexión positiva que está en nuestra alma y que conecta los puntos en el corazón, en una sola alma.

No importa lo malvada sea una persona en sus deseos egoístas, puede aspirar a despertar el punto en el corazón (la parte de la Divinidad que viene desde arriba) dentro de sí y tratar de llevar su desarrollo por encima de sus deseos egoístas, para descubrir la cualidad de amor, otorgamiento y conexión: el alma donde todos nos conectamos por igual en nuestro deseo común, que es equivalente a la naturaleza.

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