En la sabiduría de la Cabalá, aprendemos que el Creador -la fuerza superior de amor y otorgamiento que creó y sustenta la realidad-, introdujo la vergüenza en el sistema de la creación, porque impulsa al hombre a la corrección. «Corrección» es el cambio de nuestro ego innato -deseo de disfrutar sólo en beneficio propio- hacia la cualidad altruista del Creador – deseo de beneficiar externamente a los demás y en última instancia, al Creador. Si nunca sintiéramos vergüenza, jamás buscaríamos ese cambio.
Cuando se avanza espiritualmente, la vergüenza se convierte en el sentimiento más intenso que nos lleva directo hacia el Creador. Cuando surge la vergüenza, surge una oración por nuestra corrección. Y ya no pedimos nada material ni ganancias personales, sino la transformación interior de nuestra propia naturaleza, para que ya no nos avergoncemos de ella.
La vergüenza no tiene por objeto quebrantarnos. Al contrario, busca reconstruirnos. Es una etapa necesaria del progreso espiritual que nos permite ascender, nos lleva a otorgar y nos aleja del ego. Cuando reconocemos que nuestra naturaleza es opuesta a la del Creador, podemos comenzar el proceso de corrección que nos impulsa a crecer espiritualmente.
El método de la Cábala nos enseña a buscar, de la mejor forma, el sentimiento espiritual de vergüenza, no a reprimirlo ni a escapar de él, sino a usarlo para impulsar la transformación espiritual. Cuando ya no sentimos vergüenza por nuestra naturaleza egoísta, dejamos de progresar espiritualmente. Pero, cuando sentimos vergüenza y genuinamente pedimos corregir nuestra naturaleza, para tener una naturaleza altruista como la del Creador, se nos abre la puerta a una realidad humana, hermosa, eterna y perfecta.
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