Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La raíz de la campaña pro desinversión y sanciones (BDS) contra Israel

Los enemigos de la nación israelí no descansan. Mientras el Senado de los Estados Unidos aprobó un proyecto político de Medio Oriente, que penaliza a compañías o negocios que boicoteen a Israel, al otro lado del océano -en Europa-, la situación es evidentemente distinta.  

Amnistía Internacional, con sede en Gran Bretaña, ha lanzado una campaña contra Israel convocando a las compañías más fuertes en turismo digital mundial, para que dejen de ofrecer paseos y otros servicios en sitios judíos culturales e históricos en la Cisjordania y Jerusalén Oriental, en oposición a lo que llaman una “industria de turismo de los asentamientos”.

Mientras tanto, más de 50 artistas británicos instaron a la BBC a boicotear el certamen musical Eurovisión, que tendrá lugar este año en Israel. Firmaron una carta solicitando cancelar la cobertura del concurso cultural programado para el mes de mayo en Tel Aviv, citando violaciones a los derechos humanos y también presionando para que el evento sea cambiado de lugar.

¿Por qué la obsesión contra Israel? ¿Dónde están las voces contra los abusos sistemáticos y deliberados de los regímenes totalitarios y dictatoriales en todo el mundo, mientras que Israel es señalado enérgicamente, acusado de crímenes perversos y básicamente culpándole de la mayoría de los problemas del mundo? En pocas palabras, esto es un antisemitismo oculto bajo el disfraz de la crítica contra el Estado judío.

Ciertamente el odio hacia Israel no es nada nuevo, pero en la intrincada realidad global en la que vivimos, cuanto más frecuentes e intensas las dificultades económicas, más culpa la humanidad de sus problemas a esta pequeña nación judía. Y tratarán de usar todos los medios hasta que el país esté completamente aislado y asfixiado por un boicot mundial.

Se vuelve cada vez más evidente que el mundo es una red única, interconectada e interdependiente, en la cual Israel juega un papel central. El punto crucial del problema es que no estamos cumpliendo con nuestra parte. Nuestro papel en el mundo, como pueblo judío, es dar ejemplo de unidad, permitiendo que en nuestra conexión se descubra la fuerza positiva de la naturaleza. Como resultado de nuestra negligencia en esta tarea, la humanidad sufre porque la fuerza de equilibrio que pudiera traer tranquilidad a la humanidad, sigue sin revelarse. En lugar de fortalecer la paz y la serenidad, la humanidad se hunde en estados más duros, que recíprocamente aumentan la negatividad hacia nosotros.

De hecho, si la nación israelí estableciera buenas relaciones, sentiríamos entonces que el flujo de la fuerza de unidad llena el mundo y que florece una nueva forma de felicidad y prosperidad para todas las personas. Rav Abraham Isaac HaCohen Kook reafirmó este principio en sus escritos: “Dentro de Israel está una santidad oculta, que enaltece el valor de la vida misma a través de la Divinidad que está presente en Israel… Con total plenitud será consumado, dentro de la casa de Israel y desde ahí, se difundirá a la tierra y a todo el mundo, ‘por un pacto del pueblo, a ser luz para las naciones’”. (Rav Abraham Isaac HaCohen Kook, Ein Ayá [Un ojo que observa])

Este es el restablecimiento de la nación israelí, ser “una luz para las naciones”, es decir, ser ejemplo para todos sobre cómo conectarnos y por eso nuestra premura por alcanzar la unidad. Ser ejemplo de unidad a la humanidad, el cual pueda seguir. Como escribió Rav Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) en su ensayo Arvut  (Garantía Mutua): “Las naciones del mundo aún no están listas para eso y necesito al menos una nación con la que empezar ahora, para que sea como un remedio para todas las naciones”.  

Por lo tanto, cambiar nuestro destino y el destino para el resto del mundo está en nuestras manos. Nos exige realizar esfuerzos por conectarnos, fortaleciendo los lazos entre todos nosotros —seculares, religiosos, judíos de Israel y judíos de la diáspora —por encima de cualquier otro compromiso, para beneficio de nuestro destino común como pueblo diverso, pero monolítico. En lugar de actuar como clanes tribales egoístas, debemos volvernos mutuamente responsables de toda la nación, hasta que realmente nos convirtamos “como un hombre con un sólo corazón”.   

Según explica la sabiduría de la Cabalá, tal estado puede alcanzarse mediante el aprendizaje del método de la conexión que tiene las claves para la unificación global y el alcance de una existencia plena. Las naciones del mundo necesitan recibir de nosotros esta bondad. Cuando suceda, su actitud hacia la nación israelí cambiará inmediatamente, del odio y la culpa, al amor y la gratitud.  

Publicado en: News

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