Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La muerte de George Floyd: ¿el detonante de la locura?

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Las protestas por el asesinato del afroamericano George Floyd durante un arresto fallido, cuando un oficial de policía blanco se arrodilló en su cuello durante casi nueve minutos, se convirtieron en una campaña total contra la policía. En la ciudad de Nueva York, el alcalde Bill de Blasio anunció que recortaría los fondos para la policía y los desviaría a servicios sociales. En Minneapolis, donde ocurrió el incidente, el ayuntamiento votó por disolver la policía por completo.

No está claro qué pasará con la ley y el orden, a la luz de disturbios, saqueos y violencia que se extienden por todo el país, pero estas decisiones muestran claramente que las autoridades se están dando cuenta de que perdieron la confianza del público. Por un lado, es bueno que las autoridades se dan cuenta de que están desconectadas del público al que deben servir. Por otro lado, recuperar la confianza requiere más que un parche revolucionario de solución rápida, cuyas consecuencias no se han probado.

La gente necesita saber que, si quiere volver a encarrilar su vida, las autoridades están allí para ayudarla. Y para construir esa confianza, se requiere un nuevo tipo de pensamiento y un nuevo tipo de proceso educativo.

En estos días, en que cada trauma, ya sea el colapso de un banco, la propagación del virus o la muerte injustificada de un hombre, se convierte en crisis global, debemos ser conscientes de nuestra dependencia del entorno social y de tener protección de la autoridad, contra cataclismos inesperados. Por eso, la autoridad -gobierno federal, estatal o concejos municipales- debe tener un plan que combine educación con ingreso.

Dado que el desempleo y la falta de trabajos ya son muy altos y que crecerán aún más (tal vez con algunas fluctuaciones), los desempleados son candidatos ideales para el programa. Recibirían suficientes beneficios para mantenerse ellos mismos y a su familia, pero todo dependerá de su participación en cursos que van desde el manejo de finanzas personales hasta la comprensión del lugar individual en un mundo globalizado.

Los cursos deben formularse de tal manera que los participantes, no sólo aprendan sobre el sistema mundial interconectado que determina nuestra vida hoy, sino que también aprendan a convertirse en elementos positivos y activos. Los cursos deberían aumentar el sentido de responsabilidad del individuo ante la comunidad, la ciudad y en última instancia, el país. Al mismo tiempo, el país, la ciudad y la comunidad deben atender las necesidades de la gente y darle respaldo financiero.

Si hay gente que vive en la calle, es señal de que toda la comunidad está enferma. Del mismo modo, si sienten que saquear e incendiar la propiedad de otros es una forma legítima de expresar enojo, indica el nivel de alienación y apatía en la sociedad. Por esa razón, los cursos deberían mejorar el sentido de pertenencia, interconexión y responsabilidad con la comunidad, la ciudad, el estado y el país.

Desde la perspectiva de las autoridades, estos cursos no deben considerarse servicio, sino inversión. La disminución en la tasa de crímenes, uso de sustancias tóxicas, violencia, abuso doméstico, depresión y otros trastornos mentales, compensarán con creces los fondos invertidos en el programa de aprendizaje y salarios. Como resultado, los fondos que se liberarán pueden reinvertirse en instalaciones y actividades comunitarias para mejorar aún más la solidaridad.

Para darle a la comunidad una mentalidad de solidaridad y rendición de cuentas, los trabajadores también deben hacer un «deber de curso», similar al «deber de jurado». Y, se les pagará por su tiempo en el curso, sólo, si aprueban los exámenes.

Es necesario un esfuerzo integral y masivo para darle nuevos valores en la comunidad y al mismo tiempo, asegurar su sustento, Estados Unidos tiene la oportunidad de evitar el caos que se aproxima. En este momento, está al borde de la locura y requiere medidas urgentes.

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