Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La humanidad tambaleándose entre el cielo y el infierno

sociedad humanidad entre el cielo y la tierra

Estamos en una nueva etapa en nuestra «relación» con la pandemia. Reconocemos que permanecerá con nosotros durante mucho tiempo, quizá para siempre y estamos frustrados. Todos están agotados por el virus; los nervios están muy tensos y pueden romperse en cualquier momento. Esta tensión se manifiesta de manera diferente en personas diferentes, pero prácticamente siempre es de manera negativa: violencia en incremento, depresión, intolerancia, extremismo político y religioso, y protestas violentas.

Si las cosas siguen evolucionando en esta dirección, pueden conducir fácilmente a disturbios civiles o incluso a una guerra civil. En un estado donde la gente no ve futuro, cuando no tiene esperanza, es capaz de cualquier cosa, incluyendo la violencia más extrema, sólo para salir de la triste apatía que la hunde. Si nos dejamos llevar por ese camino, la vida será el infierno en la tierra.

Pero hay otra forma. En un estado tan terrible, bajo una amenaza tan clara para la vida de todos, quizá entendamos que nuestro peor y único enemigo es nuestro propio ego. No el mío ni el de él ni sólo el de ella, sino el de todos como un colectivo. Nosotros, como sociedad, somos muy egoístas e idolatramos a los individuos egoístas que se ven felices gracias a su ego. Cuando admiramos a individuos egoístas, admiramos al ego e incluso peor, hacemos que los demás lo admiren.

Por definición, la sociedad es lo opuesto al egoísmo. Si queremos ser individualistas, deberíamos retirarnos a algún lugar apartado, vivir solos y quien sobreviva, sobrevive. Pero si queremos vivir como sociedad, tenemos que comportarnos como parte de ella, es decir, no individual sino socialmente. Si queremos vivir en una sociedad, pero comportarnos como si estuviéramos solos y donde sólo nosotros importamos, la sociedad explotará. Esto es lo que estamos haciendo justo en este momento. Si estamos de acuerdo en que los humanos somos seres sociales, tenemos que actuar como corresponde. Es sentido común.

Una sociedad es mucho más fuerte que un individuo. Puede proveernos de todo lo que necesitamos y mucho más: seguridad, sustento, educación, entretenimiento, ocio, diversión y juegos, apoyo cuando estamos débiles y tranquilidad sobre el futuro. ¿Qué debemos hacer a cambio de estos beneficios? Debemos hacer por los demás lo que ellos hacen por nosotros. La reciprocidad es la clave de cualquier relación exitosa, lo mismo ocurre con nuestra relación con la sociedad.

Si entendemos que nuestro ego nos ciega, con esta verdad obvia, haremos de nuestra vida el paraíso en la tierra. Allí es donde podremos ir, si elegimos hacerlo juntos. La verdad simple es que: no hay nada más insensato y agotador que pensar en nosotros mismos, y no hay nada más inteligente y alentador que pensar en los demás.

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