Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Jerusalema del corazón

Jerusalema del corazón

“Jerusalema”, una canción cantada en el lenguaje zulú, que llegó a nosotros con la erupción de la pandemia y se convirtió en un éxito internacional. Miles de personas en el mundo salieron a bailar con estos rítmicos sonidos, elevando el espíritu unos de los otros con la danza.


No hay duda que la Covid-19 ha hecho algo grande en el mundo y formó conexiones entre nosotros en formas sorprendentes. ¿Quién se imaginará que, en menos de un año, un pequeño virus aparecería en nuestras vidas y realizaría tantos cambios? Primeramente, despertó en nosotros la sensibilidad hacia los demás, nos aleja socialmente, pero nos acerca internamente. Es cierto que el acercamiento es aún negativo, basado en la sospecha y el temor al contagio, pero ya sentimos los hilos de la interdependencia que comienzan a ajustarse a nuestro alrededor.


El baile es algo bueno, seguramente cuando se trata de un baile social. Entonces nos sentimos cerca, participantes activos, percibimos los gestos sutiles de los demás, desarrollamos un movimiento uniforme, interno y externo.

Pero, la pregunta principal es: ¿Cuál es el propósito del baile? ¿Qué beneficio trae este desafío mundial? ¿No estamos, acaso, cerrando los ojos como niños pequeños, para no enfrentarnos al miedo?


Sin intención de ofender, yo veo en este tipo de desafíos un tipo de terapia ocupacional, una diversión ante la cámara, una mitigación del momento, una distracción de lo principal. Es bueno sacudir el corazón, agudizar el pensamiento con preguntas significativas respecto a la pandemia y despertar las relaciones entre nosotros de modo que nos enfoque hacia el propósito de la creación.


Verdad, solo se trata de un baile en común que nos permite disipar el encierro sofocante, entonces, ¿Cuál es el problema? El problema es la intención común, que no se adapta a las leyes naturales y puede producir más daño que beneficio.


La naturaleza en su totalidad aspira a la conexión y la unión, y cada tendencia a la conexión para huir del sufrimiento o de un problema, acaba en una unión falsa por causa de la situación apremiante. Esta tendencia despierta en la naturaleza una fuerza negativa, una fuerza egoísta mayor que se revela en las relaciones entre nosotros y trae amargura. Esta fuerza negativa es la que nos divide más y cuando nuestro cuerpo social se debilita y se enferma, se revelan en él diferentes virus, como el Covid-19.


Sin embargo, si la tendencia del baile, o de cualquier acción común, de antemano se trata de conectar por el hecho de conectar, conectarse porque así está compuesta la naturaleza, como una sola entidad, global e integral, entonces despertamos fuerzas positivas inmensas, que existen en abundancia en la naturaleza circundante.

Estas fuerzas de conexión positivas, son fuerzas de sanación, que neutralizan cualquier virus y cualquier epidemia, acallan cualquier enfermedad y malicia.


La letra de la canción: “Jerusalén es mi hogar, cuídame, ve conmigo, no me abandones”. ¡Cuán significativo es que Jerusalén sea la estrella de este himno, ya sea que su intención es negativa o positiva, pues según la Sabiduría de la Cabalá, Jerusalén es el centro espiritual del mundo. Es la ciudad que se destruyó por el odio vano y atrajo tras de sí al mundo entero. Erijamos a “Jerusalema” en nuestro corazón, en conexiones de amor y unión, “como una ciudad que ha sido unida como uno”.

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Publicado en: News
Un comentario sobre “Jerusalema del corazón
  1. Yanet dice:

    Me gustó muchísimo

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