Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

El síntoma de la COVID-19 reservado para los judíos

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Ya el 14 de marzo, Eric Cortellessa escribió en The Times of Israel que a medida que el coronavirus se propaga por el mundo, «una nueva teoría de la conspiración se está gestando en los márgenes de la sociedad: los judíos están detrás de ella». Para el 31 de marzo, ya no estaba al margen: «Un informe interno del Ministerio de Relaciones Exteriores advirtió sobre un fuerte aumento de las publicaciones antisemitas en el mundo, como resultado de la pandemia», declaró Itamar Eichner en Ynet News.

Desde entonces, las cosas han ido de mal en peor, a medida que los judíos son cada vez más atacados en relación con la COVID-19. El 20 de abril, Reuters citó un informe de la Universidad de Tel-Aviv que encontró que la crisis del coronavirus estaba avivando el antisemitismo en el mundo y el 13 de mayo, la organización de medios independientes NPR declaró «los judíos estadounidenses se encuentran en una posición históricamente familiar: chivo expiatorio, por una plaga». Finalmente, el 23 de junio, otro informe de la Universidad de Tel-Aviv descubrió que la pandemia «desató una ola mundial única de antisemitismo» y que «la nueva ola de antisemitismo incluye una variedad de libelos que tienen un elemento común: judíos, sionistas y/o el Estado de Israel tienen la culpa de la pandemia y/o pueden obtener beneficio de ella».

No dudo de la precisión de los informes, pero ciertamente no creo que esa «ola mundial de antisemitismo» sea de ninguna manera única. Tampoco es inesperada. Es un patrón que se repite con cada situación difícil y crisis que enfrenta el mundo, ahora vemos que la gente ya culpa a Israel por enseñarle a la policía de EUA la técnica de estrangular con la rodilla, que mató a George Floyd.

Los judíos han sido, son y serán culpados de todos los problemas del mundo. Y a medida que pasa el tiempo, más y más personas lo harán abiertamente. En algún momento, pronto, el número de acusadores alcanzará una masa crítica, o las circunstancias sociopolíticas serán correctas, o ambos, y comenzará el deslizamiento: el mundo determinará que para salvarse, debe deshacerse de los judíos. He advertido al respecto durante casi dos décadas; escribí dos libros al respecto (ver enlaces abajo); y ahora está sucediendo

Sin embargo, mientras la tierra no empiece a deslizarse bajo nuestros pies, aún podemos revertir la tendencia. Debemos recordar que mientras más oscuro se vuelve el mundo, más se enoja con los judíos. Lo hacen precisamente porque espera que los judíos disipen la oscuridad.

Hoy, la sombra oscura que invade el mundo es el odio. Se culpa a los judíos por difundir odio, racismo, enfermedades y todo mal concebible (e inconcebible). Los judíos no podrán refutar estas acusaciones, por irracionales que sean, precisamente porque los sentimientos irracionales no necesitan racionalidad.

Para refutar las acusaciones, debemos hacer que las naciones sientan que no estamos difundiendo odio, sino amor. Y para hacerlo, debemos crear amor entre nosotros y proyectarlo al mundo.

Como podemos ver, el mundo no quiere el amor de los judíos; no quiere nuestro genio ni nuestro moralismo ni nuestros valores ni nada que tenga que ver con nosotros. Siente que estamos propagando odio y nadie quiere estar cerca de personas que odian. Así, si no podemos mostrar amor al mundo, podemos y debemos mostrarlo entre nosotros.

Nuestra nación es antigua. Fue forjada hace miles de años por un hombre que dedicó su vida a divulgar amabilidad y amor. Se llamaba Abraham. Sus descendientes continuaron su legado, y siglos de hambruna y esclavitud los llevaron a darse cuenta de que deben amar al otro como a sí mismos, «como un hombre con un corazón». Hasta que lograron ese profundo nivel de unidad, fueron declarados nación e inmediatamente después, se les asignó la tarea de compartir esa unidad con el mundo entero, de ser «luz para las naciones».

Por siglos, su progenie luchó contra elementos internos en la nación -quienes buscaban difundir odio y separación-, para así continuar con el legado de Abraham y difundir la luz del amor. Ganaron durante siglos, hasta que, hace dos mil años perdieron y la nación fue exiliada de Jerusalén debido al odio vano e infundado.

Desde entonces, hemos sido vilipendiados, demonizados, ridiculizados, despreciados y detestados a lo largo de los siglos y en todo el mundo. Incluso cuando las naciones nos dieron la bienvenida, fue para explotarnos. Y tan pronto como no nos necesitaron más, se deshicieron de nosotros.

De hecho, ¿para qué servimos si no propagamos amor, si no somos luz para las naciones? Nos quejamos de que nos juzgan con un estándar diferente, antisemitismo. Pero la verdad es que nunca fuimos juzgados por el mismo estándar, porque no se espera que hagamos lo que el resto del mundo hace. El mundo no espera que el amor venga de nadie más que de los judíos y a menos que lo forjemos entre nosotros y lo difundamos, la humanidad no verá ninguna razón para mantenernos en este planeta.

Nos estamos quedando sin tiempo. El abismo entre nosotros es vasto y está creciendo. Pero no tenemos opción. Si queremos salvarnos a nosotros mismos, debemos unirnos por encima de nuestra desunión, por encima de nuestro odio mutuo. No debemos hacerlo porque somos más fuertes juntos, sino porque cuando estamos juntos, el mundo siente que extendemos la unidad y eso es todo lo que espera que hagamos.

Y si mis palabras suenan irracionales, recuerda que también lo es el antisemitismo, así que, por nuestro bien, dale una oportunidad a mi mensaje en tu corazón.

Para más información sobre este tema, lea mis libros: Como un Manojo de Cañas: Por qué la unidad y la responsabilidad mutua están hoy en la agenda del día” y “La elección judía: Unidad o antisemitismo, Hechos históricos sobre el antisemitismo como reflexión sobre la desunión social entre judíos”.

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Publicado en: Judíos, News

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