Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

El círculo vicioso de éxito y odio

éxito y odio

La Organización de Defensa de Misiles de Israel (IMDO) y la Agencia de Defensa de Misiles de EUA (MDA) completaron la segunda prueba exitosa de vuelo del interceptor Arrow-3.

Los judíos siempre hemos tenido éxito, mucho más allá de nuestra proporción dentro de la población mundial. Lo mismo ocurre con Israel, el Estado judío. Somos líderes mundiales en tecnología, medicina, desarrollo y fabricación de armas convencionales y sofisticadas e incluso sobresalimos en soluciones agrícolas y de agua.

En el extranjero, los judíos están en la cima del sector financiero en Estados Unidos y no sólo eso. Muchos actores y comediantes famosos son judíos, brillamos en política, derecho y si ves la lista de premios Nobel a lo largo de los años, encontrarás una asombrosa cantidad de judíos.

Pensarías que si hemos contribuido tanto al mundo, el mundo debería aplaudirnos. No es así. De hecho, pasa lo contrario: culpan a nuestra industria de armas por iniciar guerras y a nuestros financieros por causar crisis financieras y por tomar el dinero de la gente. El mundo nos culpa por difundir malos valores en la industria del entretenimiento y por manipular a los políticos a favor de Israel. Y más recientemente, el mundo nos culpa por vacunar a la población israelí tan rápido, en lugar de dar las vacunas a los palestinos. ¿Por qué el mundo no nos aprecia? ¿por qué nos odia?

Hay una muy buena razón por la que el mundo no está impresionado con nuestros logros y cuando lo está, los voltea en contra nuestra. Estos logros no son lo que el mundo quiere de nosotros. Si fueran, nos lo agradecerían, pero no es así. El mundo espera algo totalmente diferente de los judíos: por poco probable que parezca, el mundo espera de nosotros, que proyectemos unidad y nada más.

La atención global que el Estado judío y el pueblo judío reciben constantemente, tiene una raíz muy profunda. Nuestros antepasados vinieron de todas esas naciones que ahora están observando cada uno de nuestros movimientos. No tenemos una raíz común; nuestros antepasados procedían de muchas tribus y pueblos del antiguo Creciente Fértil. A menudo eran enemigos jurados, pero bajo el liderazgo de Abraham, forjaron un grupo sólido y una cohesión única que nunca antes se había logrado, excepto por los judíos. Los descendientes de Abraham desarrollaron y pulieron su unidad, lograron convertir a extraños que se odiaban, en una nación unida.

Para lograr una unidad tan milagrosa, tuvieron que formar un vínculo más fuerte de lo que cualquier nación había logrado y esa unión convirtió a un pequeño grupo, en una potencia formidable. Los gobernantes de las naciones más fuertes siempre respetaron a los judíos, les dieron libertad y les dejaron gobernarse ellos mismos. Los babilonios, los griegos y los romanos dejaron que los israelitas se gobernaran en Israel. Sólo conquistaban Israel e interferían en nuestra vida si los invitábamos, pues no queríamos seguir unidos.

Pero cuando nos unimos, fuimos «luz para las naciones». El vínculo entre los extraños que formaron el primer grupo de Abraham y las naciones de donde vinieron, aún está allí, enterrado profundamente dentro de ellas. Por eso las naciones no pueden dejar de observar cada uno de nuestros movimientos. Esta es también la razón por la que sólo nosotros, los representantes de innumerables pueblos, pudimos convertirnos en “luz para las naciones”, un ejemplo de “paz mundial” dentro de nuestra nación. Hasta hoy, esto es lo que las naciones quieren aprender de nosotros: esa unidad mágica que convirtió a miles de individuos hostiles, en una nación sólida. En el fondo de su subconsciente, sienten que se los debemos, pues somos inseparables de ellos y en el fondo también nosotros lo sentimos.

Pero desde que caímos en odio infundado, no hemos demostrado más que desdén y desprecio entre nosotros, lo contrario de lo que el mundo espera. En ese estado, no importa lo que hagamos, nos odiarán, pues les estamos negando lo único que necesitan de nosotros.

En lugar de demostrar unidad, caímos en un círculo vicioso de éxitos y grandes logros, que conducen a nuestra arrogancia, eso hace que nos dividamos aún más y que se intensifique aún más el odio del mundo. Debemos entender que cualquier cosa que nos separe, aumenta el odio del mundo hacia nosotros y nada nos separa más que el éxito. Por eso, cualquier cosa que hagamos, que pueda considerarse logro, tengan la seguridad de que, eventualmente, se volverá en nuestra contra. Es un círculo vicioso de éxito y odio, la única forma de romperlo es centrar nuestra atención únicamente en nuestra unidad.

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Publicado en: Judíos, News
Un comentario sobre “El círculo vicioso de éxito y odio
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Buen día, muchísimas gracias x tan valioso integrar la unidad de la forma como la manejan. Excelente 🙏

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