
La Torá no es un simple texto histórico ni una colección de leyes. Es un manual de instrucciones para la conexión óptima, una guía que nos enseña a lograr equilibrio con las fuerzas de la naturaleza y en última instancia, a revelar al Creador —la fuerza superior de amor, otorgamiento y conexión— en nuestras relaciones. En resumen, la Torá es un sistema que nos conduce al logro espiritual.
La Torá apareció por primera vez hace más de 3,000 años. Inicialmente, se escribió como una sola palabra, sin divisiones entre letras, posteriormente se estructuró en cinco libros. Con el tiempo, se recopilaron textos adicionales, como Profetas y Escrituras. Estos libros contienen mensajes codificados, escritos por quienes alcanzaron la espiritualidad, para guiar a las generaciones futuras a lograr el mismo nivel de conexión con la fuerza superior.
Aunque, a lo largo de la historia hubo muchos otros textos que no formaron parte del Tanaj. Algunos fueron descubiertos en las cuevas de Qumrán en 1947. Si bien estos pergaminos dan una perspectiva histórica, no fueron escritos por quienes alcanzaron al Creador. Los sabios de la Gran Asamblea determinaron qué escritos contenían verdadera sabiduría espiritual, es decir, cuáles fueron escritos desde un estado de logro espiritual, esos son los textos que se preservaron en la Torá.
La división entre la Torá escrita y la oral, también es reveladora. Torá escrita son los textos que se registraron y transmitieron como escritos estructurados. Torá oral, en cambio, se transmitió directamente de maestro a alumno gracias al logro interior, más allá de las palabras. No es sólo una tradición oral, es transferencia de percepción espiritual, algo que no puede capturarse sólo en letras. La Torá oral es el conocimiento que se adquiere gracias al crecimiento espiritual propio, guiado por un maestro que ya alcanzó esos estados.
En esencia, la Torá no son leyes ni mandamientos en el sentido convencional. La Torá se resume en la frase: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». No es una directiva moral, como muchos creen. Es la ley fundamental del sistema de la naturaleza. Así como los átomos y las moléculas, gracias a su conexión, forman estructuras superiores también la humanidad debe conectarse con actitud de amor en sus conexiones. Cuando todos se unen en un vínculo de otorgamiento y amor, se crea la vasija en la que el Creador puede revelarse.
La complejidad de la Torá es necesaria, pues lograr conexión no es sencillo. Por instinto, la humanidad no se siente atraída a unirse, como lo están los elementos de la naturaleza. Pero, debemos alcanzar este objetivo, superando las fuerzas egoístas que nos separan. Por eso, la Torá tiene miles de páginas de comentarios y explicaciones. No basta con decir «ama a tu prójimo como a ti mismo». Necesitamos aprender esa ley, comprender nuestra naturaleza, la naturaleza externa a nosotros y también, la metodología precisa para comprender esa ley y adquirir la naturaleza de amor y otorgamiento, por encima de nuestra propia naturaleza.
El Zóhar, escrito hace unos 2,000 años, es uno de los comentarios más importantes de la Torá. Pero, sin logro espiritual, incluso el Zóhar, está cerrado. La Torá fue escrita en el lenguaje de las ramas, usa imágenes del mundo corpóreo para describir estados espirituales. Para comprender la Torá, necesitamos desarrollar percepción espiritual interna. Por eso, a lo largo de la historia, los cabalistas lo han explicado, para ayudar a los estudiantes a acercarse a estos escritos, para que puedan alcanzar la realidad espiritual en su estudio.
Con el tiempo, a medida que las generaciones se alejaban de la percepción espiritual, hubo necesidad de explicaciones adicionales. La Mishná, el Talmud y los escritos cabalistas posteriores, sirvieron para adaptar la sabiduría a cada época, para permitir que, gracias a la Torá, la gente se reconectara gradualmente con la espiritualidad. Sin estas explicaciones, los cinco libros de la Torá parecerían meras narraciones históricas, pero, en realidad describen el proceso de ascenso del alma hacia el Creador.
La Torá no es observación externa, sino transformación interna. Nos instruye para pasar de la percepción egoísta de la realidad, donde buscamos beneficio personal, a una percepción altruista, donde actuamos en bien de los demás y en bien del Creador. Ese cambio requiere un entorno estructurado, con textos que describen el mundo y el proceso espiritual, apoyo de otros en un grupo, que en Cábala se llama «decena», es decir, otras personas a quienes se les ha concedido el deseo de ascender espiritualmente y que pueden apoyarse mutuamente en su crecimiento espiritual y también un maestro avanzado espiritualmente, que pueda guiar a los estudiantes por las etapas del desarrollo espiritual.
Uno de los mayores desafíos de la Torá es que se malinterpretan su verdadero propósito y significado. Se ve como un libro de mandamientos, historias o relatos, en lugar de una guía para transformar nuestra intención egoísta en su opuesto, la altruista y así alcanzar la cualidad del Creador (amor y otorgamiento) y descubrir al Creador. Esta falta de comprensión conduce a un mundo en el que, cada vez nos alejamos más del propósito original de la Torá. Aunque, aquellos que buscan sinceramente la verdad, serán guiados hacia la sabiduría de la Cabalá, donde se revela el significado más profundo de la Torá.
La Torá es un manual de instrucciones para construir conexiones positivas de amor y otorgamiento entre las personas, para llegar a la revelación del Creador. Quienes deseen comprender el sentido profundo de la Torá, deben estudiarla a través del lente de la sabiduría de la Cabalá, que, si se estudia correctamente, guía a sus estudiantes hacia los objetivos mencionados. Al final, cuando la humanidad aprenda a vivir según la ley de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, comprenderemos plenamente por qué nos fue dada la Torá.