Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Cómo hacer un uso óptimo de la era del coronavirus

La responsabilidad mutua es la ley fundamental de la naturaleza. Es lo que conecta a todos los elementos de la naturaleza de los niveles inanimado, vegetal, animal y humano, en un solo sistema.

De acuerdo con la ley de responsabilidad mutua, los humanos, como elementos del sistema, lo sepamos o no, tenemos obligación de comprender cuál debe ser nuestra actitud hacia el sistema, para lograr un estado de equilibrio: relaciones mutuas de consideración, apoyo, amor y cuidado entre todas sus partes.

El problema es que no podemos percibir la ley de responsabilidad mutua, por lo tanto, no tenemos idea de cómo satisfacer sus demandas.

Problema para acatar la ley de responsabilidad mutua

¿Cómo podría un individuo aceptar ser culpado de que todo el sistema se desequilibre y provoque sufrimiento a tanta gente?

¿Cómo podría un individuo sentir que las crisis que ocurren en el mundo se deben a que no cumple con su rol determinado en el sistema?

Esto se opone a nuestra razón, pues siempre culpamos a otras personas y otras cosas en el mundo, por nuestras deficiencias.

Sin embargo, en acuerdo con el funcionamiento perfecto de la naturaleza, que es un sistema bien engrasado de consideración y responsabilidad mutuas, cada elemento es equivalente a todo el sistema. Por lo tanto, cada elemento tiene importancia y responsabilidad monumentales.

Si la ley de responsabilidad mutua de la naturaleza, nos fuera revelada, veríamos que cada uno es responsable de toda la humanidad.

Pero esta ley, está oculta para nosotros en nuestra vida, dentro de nuestra percepción egoísta individualista y estrecha.

Por un lado, ignorar esta ley de responsabilidad mutua de la naturaleza, nos da espacio para tener libre albedrío. Pues si tuviéramos percepción y sensación claras de nuestra interdependencia estrecha, estaríamos obligados, inconscientemente, a pensar y a actuar en beneficio de la humanidad, viviríamos como animales que por instinto siguen las órdenes de la naturaleza.

Por otro lado, como se nos ocultó el desarrollo humano y la necesidad de establecer conexiones mutuas responsables y consideradas, llegamos a un estado en el que estamos dispuestos a explotar, manipular e incluso abusar de los demás en beneficio propio, es el polo opuesto de la responsabilidad mutua.

Es mejor sentarse y no hacer nada

El dicho cabalista: «mejor siéntate y no hagas nada». Indica que, antes de hacer cualquier cosa, es mejor detenerse y contemplar si la intención detrás de nuestras acciones es correcta, si lo que estamos a punto de hacer nos lleva en una dirección positiva y si es en beneficio de los demás y de la naturaleza y no simplemente, vivir la vida tratando de satisfacer nuestros intereses egoístas.

Hasta hace muy poco, nuestra rutina era competitiva y egoísta, tratando de sacar mayor provecho de otros. Nos ocupamos en el intento común de abrirnos camino en la vida y de tratar de prosperar, explotando a otras personas y también a los niveles inanimado, vegetal y animal de la naturaleza.

La naturaleza misma nos dio una nueva situación que nos obligó a entrar en el estado de «mejor siéntate y no hagas nada» del que hablan los cabalistas.

¿Por qué nos dio el coronavirus?

Con la propagación global tan rápida del coronavirus, las condiciones pasaron de un país a otro, en el clásico efecto dominó, como si la naturaleza, como padre cariñoso pero estricto, toma a su mal educado hijo -la humanidad- por el brazo y le dice:

«¡Ahora, escúchame! No vas a salir a ningún lado por un tiempo. Ni de noche. Ni fiestas. Ni viajes al extranjero. Ni reuniones con tus amigos. Sólo podrás salir para conseguir lo realmente necesario y vuelves directamente a casa».

«Quiero que pienses en por qué estás encerrado y en lo que hiciste mal. Estás madurando y ya no puedes seguir haciendo desastres ni pensando sólo en ti como bebé”.

Los golpes a escala global exigen un despertar global

La crisis financiera mundial de 2008 fue un gran llamado de atención para que la humanidad se diera cuenta de lo interconectados e interdependientes que estábamos globalmente.

El hecho de que un banco quebró en un país, llevó a la quiebra a muchos bancos en otros países, eso provocó más problemas hipotecarios, desempleo masivo y más tarde, protestas en todo el mundo. Expresiones como «interdependencia global» e «interconexión global» que ya usaban las tendencias de la nueva era y grupos espirituales, se convirtieron en frases de políticos y economistas y se escuchan con frecuencia en los noticieros diarios.

Se nos enseñó la lección de que el valor de maximizar el interés propio a expensas de los demás, que funcionó en una cadena de prestamistas, bancos de inversión, inversores y agencias de calificación, provocó el colapso de nuestra infraestructura financiera y tuvo efectos negativos para todos en todo el mundo. En otras palabras, nos enseñaron la lección de que; vivir en un mundo interdependiente y pensar sólo en nuestro beneficio personal, nos conduce a la crisis.

La crisis de coronavirus de hoy nos muestra nuestra interconexión e interdependencia a nivel mundial y que estamos en un nivel totalmente nuevo.

La humanidad está en cuarentena, cada persona y familia en su respectivo hogar, por un tiempo considerable, para tener espacio para reflexionar y aprender.

Se nos da oportunidad, no sólo de conocer nuestra interconexión e interdependencia, también de ser conscientes de que nuestro paradigma de maximizar ganancias propias a expensas de los demás, nos lleva a un estado peligroso. Ahora, se nos da tiempo y condiciones para aprender a valorar nuestra interdependencia de forma positiva, para aprender a actuar de manera considerada y responsable unos con otros.

Con las limitaciones que se nos imponen, sería provechoso aprender y cambiar esta interdependencia, en la que la naturaleza nos obliga a despertar con medios que sentimos indeseables e incluso dolorosos, a una interdependencia que sea deseable.

En otras palabras, hoy podemos aprender a tomar responsabilidad por los demás, a encontrar placer en pensar y actuar en beneficio de otros y entender que esa forma de conexión es mucho más satisfactoria que nuestro modo anterior de pensar y actuar sólo en beneficio propio.

Si damos un paso para hacer nuestra una forma de aprendizaje integral, una educación que enriquezca la conexión, entre nosotros y con la naturaleza, descubriremos que fuera de nuestros deseos de beneficio propio, existe la vida celestial.

Si construimos conexiones de consideración y responsabilidad mutuas nos llevarán a lograr equilibrio con la naturaleza y sentiremos una naturaleza perfecta e integral.

Despierta y huele el cambio a una nueva fase evolutiva

«Mejor sentarse y no hacer nada» es la siguiente fase de la evolución humana que la naturaleza nos obliga a entender con la aparición del coronavirus.

Es una fase necesaria que tenemos que experimentar, para apartarnos de la carrera de ratas basada en el interés propio en la que estábamos envueltos.

Hoy, con las condiciones de cuarentena a gran escala, impuestas por la pandemia del coronavirus, la naturaleza nos alienta a tranquilizarnos y comenzar un nuevo proceso de aprendizaje introspectivo, para saber quiénes somos, en qué realidad vivimos, cuáles son sus leyes, en qué medida dependemos unos de otros y de la naturaleza, en qué medida la naturaleza depende de nosotros y cómo podemos hacer uso óptimo de este estado para renovarnos y actuar de modo más armónico entre nosotros y con la naturaleza.

En esta coyuntura, la educación integral que enriquece la conexión nos ayuda.

Para entender el estado en el que estamos, idealmente, deberíamos absorber la sabiduría de la conexión, tan regularmente como consumimos noticias o como jugamos videojuegos o participamos en redes sociales, es decir, que nos alimentemos con material educativo, ejemplos y actividades prácticas que nos infundan la necesidad e importancia de ser más considerados, responsables y atentos con otros.

Al hacerlo, abriremos una dimensión totalmente nueva de existencia, donde sólo experimentaremos perfección, paz, unidad, plenitud y felicidad.

Se nos da una oportunidad trascendente para elevar nuestras relaciones mutuas y con la naturaleza y para profundizar nuestra conciencia del sistema de la naturaleza y sus leyes.

Espero que hagamos un uso constructivo de este período único en el que estamos y que lo usemos para ser más equilibrados y armoniosos con la naturaleza.


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