Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Un nuevo día, un nuevo partido

nuevos partidos

Un soldado israelí coloca papeletas dentro de una cabina de votación móvil en un puesto militar en el norte de la Franja de Gaza, al sur de Israel. Los soldados israelíes votan dos días antes de que abran los colegios electorales en el resto de Israel, 7/abr/19. REUTERS / Amir Cohen

(Y sin embargo) Se acercan otras elecciones generales en Israel en menos de tres meses. Como vimos en las pasadas elecciones generales, todas en los últimos dos años, una nueva campaña trae consigo nuevos partidos. Y como hemos visto, estos partidos resultan ser iniciativas ad hoc, que a menudo se desmoronan poco después de las elecciones o quizás, duran hasta las siguientes.

Los judíos siempre han sido obstinados; es nuestra naturaleza. Sin embargo, cuando el único propósito al formar nuevos partidos es eliminar políticamente a otros partidos o personas y tomar el control en su lugar, nada bueno puede salir de esas maniobras políticas. Si hay algún propósito, es descubrir que este camino no tiene salida; no valdrá nada. La única pregunta es, qué tan pronto lo descubriremos.

No se puede lograr nada dividiendo a la sociedad. Tampoco puedes tener un partido sólido y estable cuando tienes docenas de otros partidos cuyo único propósito es arruinarse mutuamente. Sólo fragmentamos nuestra sociedad hasta el punto en que nos veremos obligados a estar de acuerdo en que así, no podemos construir nada.

Al mismo tiempo, tampoco podemos ponernos de acuerdo en nada, aunque sabemos lo destructiva que es la división para nuestra sociedad. ¿Qué hacemos? Entendemos que no podemos reconciliar nuestras diferencias, pero debemos encontrar la forma de convivir a pesar de la fragmentación. Cuando lo reconozcamos, nos daremos cuenta de por qué estamos tan divididos y que esa es la única forma de construir la unidad.

Debemos entender que sin división no hay unidad. Si no tenemos desacuerdos, podemos vivir en paz juntos, pero no unidos. Podemos vivir uno al lado del otro, pero sin unidad, sólo como vecinos que se ignoran, ajenos a la existencia del otro. Si este fuera el caso, seríamos como diferentes especies de animales que comparten el mismo hábitat, pero están separados.

Los humanos no son animales. Si lo fuéramos, no hubiéramos evolucionado como lo hicimos; no habríamos desarrollado la civilización ni hubiera interdependencia global. Los seres humanos están destinados a mezclarse, porque mezclarse, conectarse y estar en desacuerdo nos obliga a encontrar un vínculo más estrecho que el de las especies animales separadas, pero que cohabitan.

El proceso de unidad forzada es muy revelador. Es la única forma en que podemos sentir conscientemente lo que los animales sienten instintivamente: que estamos conectados. En lugar de sentir esa conexión y seguirla instintiva e inconscientemente, los humanos debemos trabajar duro en nuestra vínculo, esforzarnos y superar el odio y los conflictos. En el proceso, comprendemos la complejidad de nuestra conexión, la apreciamos y la comprendemos en niveles que ningún animal puede. Es la ventaja del hombre sobre la bestia: la profunda comprensión de la estructura de la vida. Pero ocurre sólo si: 1) revelamos la separación que existe entre nosotros y 2) nos esforzamos por superarla.

El pueblo judío o más correctamente, los antiguos israelitas, fueron los primeros en lograr esta unidad, al pie del monte Sinaí, cuando nos conectamos «como un hombre con un corazón». Hasta que lo hicimos, nos convertimos en nación. Inmediatamente después, se nos indicó que reflejáramos esa unidad al resto del mundo o como la Torá lo expresó, ser «luz para las naciones».

Por tanto, no es de extrañar que encontremos que la sociedad israelí está más dividida que cualquier otra sociedad. Los conflictos se manifiestan en nosotros más que en ningún otro lugar, precisamente para que seamos ejemplo, al superarlos. Nunca podremos eliminarlos, pues no tendríamos necesidad de unirnos. Todo lo que podremos hacer es darnos cuenta de que nuestro objetivo común es ser luz de unidad para las naciones. Por eso y no por otra razón, debemos unirnos.

No tengo un cronograma para completar este proceso. No sé cuánto tiempo tomará ni cuánto dolor tendrá que soportar el pueblo de Israel en el Estado de Israel, antes de que nos demos cuenta de lo que tenemos que hacer. De cualquier modo, la unidad será el resultado final y también será la solución a nuestros problemas. Espero que lo logremos más temprano que tarde.

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Publicado en: Judíos, News

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