Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Surfeando las olas de la pandemia

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[Miembros de una unidad móvil de pruebas, del ejército alemán y la Cruz Roja alemana llegan para evaluar a los residentes, en busca de infectados de coronavirus (COVID-19), luego de un brote en la fábrica de carne Toennies, los empleados permanecen encerrados, en Guetersloh, Alemania 22 de junio de 2020. REUTERS / Leon Kuegeler]

En el discurso público ahora se habla de una segunda ola de COVID-19, cuando la primera está lejos de terminar. Justo cuando pensábamos que la pandemia estaba bajo control, la apertura de la economía trajo nuevos rebrotes de contagio en todo el mundo. ¿Qué augura esto para el futuro? Podemos tratar de evitar hablar de las políticas para enfrentar la pandemia y sus consecuencias, pero la verdad es que ahora sólo vemos la punta del iceberg de lo que nos espera. Lo que sí sabemos con certeza es que nuestra forma de vida cambiará para siempre. Lo más importante que debemos entender es que la naturaleza nos conduce a nuevas formas de conexión, pues todos influimos y dependemos unos de otros, tal como lo ilustran las olas de infección por coronavirus.

El coronavirus no desaparecerá rápidamente. Puede permanecer durante años, aunque puede cambiar su forma. Por eso es imperativo que formemos la sociedad y la economía de acuerdo con la realidad emergente.

Los expertos advierten que dentro de unos meses estaremos en la recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. Las empresas colapsarán, los ahorros de la gente se agotarán y no podrán devolver préstamos ni pagar hipotecas ni pagar alquiler. Los signos inequívocos ya están aquí. Por lo tanto, necesitamos revolucionar nuestras prioridades.

Los países deben invertir sus recursos en industrias vitales que garanticen que las necesidades básicas de todos sean satisfechas a un nivel razonable. El presupuesto público debe asegurar esos fondos en primer lugar en la lista de prioridades y no desperdiciar recursos en otras áreas, por presión de actores que alguna vez fueron poderosos. La industria de productos de lujo o suntuarios ciertamente sufrirá un duro golpe por la crisis económica. Sería inútil intentar recuperarla porque sus productos tendrán muy poca demanda.

El pensamiento debe preceder a la acción: la humanidad del mañana necesitará un estilo de vida mucho más tranquilo, libre de ir y venir sin sentido, centrado en lo esencial, en lugar de lo superfluo. La gente deberá invertir principalmente en construir lazos profundos para descubrir el sabor de la vida. Nuestro buen futuro reside en la investigación y el desarrollo de conexiones y amor entre todos y esta empresa será nuestra salida a un mundo nuevo.

Hasta que alcancemos la conexión humana deseada, debemos limpiar nuestra economía de negocios no vitales que sólo aumentan la competencia destructiva, absorben recursos preciosos de la naturaleza y contaminan el aire, la tierra y el mar.

La era del coronavirus está despegando las cáscaras no vitales de una forma de vida obsoleta, de una forma muy inteligente. Gradualmente reducirá la economía a dimensiones saludables y sostenibles, y lo no esencial caerá.

Los gobiernos tendrán que pensar fuera de sus cajitas cuadradas, para dar empleo y medios de vida a los millones que serán expulsados ​​del mercado laboral. La mejor solución será proveer a los ciudadanos de un ingreso universal, condicionado a la participación activa en la educación social y la construcción de la comunidad.

Esta ruta de escape de la educación, ofrecerá a la humanidad una puerta de entrada para que comprenda los cambios que suceden en esta era especial y lo que significa en el desarrollo del hombre, la sociedad y el mundo y, en las nuevas relaciones que deben establecerse entre todos. Los que estudian, también trabajarían unas horas en áreas que construyan la comunidad y la sociedad.

Una vida más feliz y saludable se desarrollará a partir del cuidado a los demás, igual que una madre que siempre está preocupada por sus hijos y tiene una sensación incomparable de satisfacción y vitalidad al atenderlos. Aunque parezca contradictorio con las nociones de distanciamiento social, la era del coronavirus, realmente está aquí para enseñarnos a acercarnos correctamente, la verdadera forma de conexión a nivel interno, de corazón a corazón y evitar lastimarnos mutuamente.

Mientras más nos unamos con el corazón y el alma y ​​más comprendamos la guía de la naturaleza, nuestra ansiedad sobre el futuro disminuirá. Nuestra conciencia se ampliará y comenzaremos a descubrir una dimensión superior que nos nutre sabiamente, la fuerza de la naturaleza. Esta es una fuerza cuya característica distintiva es amor y entrega pura.

El coronavirus no es sólo una epidemia destinada a frustrar y destruir, sino un acertijo evolutivo que debemos resolver juntos. Nuestro éxito dependerá de nuestra unidad, no sólo para surfear la ola de la pandemia, sino para llegar a la cima de la ola y tener un futuro sano y seguro.

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