
¿Deberíamos reflexionar sobre el sentido de la vida? Con eso debemos ocupar el tiempo. La búsqueda del sentido de la vida no ocurre por casualidad; requiere nuestra participación. Si no lo hacemos, con el tiempo nos sentiremos asfixiados. Mientras más nos desarrollamos, más claro es que la vida tiene un principio, un desarrollo y un fin. Y ahora, con la esperanza de vida más grande, la pregunta es aún más apremiante: ¿Quién necesita todos estos años extra sin sentido?
La respuesta es que necesitamos descubrir el sentido de la vida, el propósito que nos da la naturaleza misma. El sentido de la vida está más allá de nuestra naturaleza egoísta -deseo de disfrutar sólo en beneficio propio-, que fundamenta nuestra percepción y comprensión actuales. Para comprenderlo, debemos crecer espiritualmente. Debemos abrir los ojos a una realidad diferente, a un sistema más profundo y elevado, que no esté controlado por el ego.
Cuando cambiemos la base de nuestra percepción del universo, todo cambiará. Veremos dónde estamos realmente y el vasto mundo que nos espera. Pensemos que hay un botón que, al presionarlo, transforma por completo nuestra percepción de la realidad.
¿Dónde está ese botón? En el corazón. Para cambiar el mundo, primero necesitamos cambiarnos a nosotros mismos.
El deseo de buscar el sentido de la vida no se compra ni se recibe. Pero si tenemos una necesidad interior que nos impulsa a buscar más allá de las satisfacciones materiales de este mundo, el camino está abierto. Si no, nos quedaremos donde estamos. Al observar el estado actual de la humanidad, vemos que cada vez más gente busca respuestas. Busca nuevas dimensiones, otros mundos, algo más allá de lo que conocen.
Precisamente aquí es donde la sabiduría de la Cabalá es relevante. Nos dice: “Aquí tienes las herramientas, aquí tienes tu lienzo en blanco. ¡Adelante, pinta!”. Nos da un método para explorar y descubrir el significado de la vida. Precisamente eso es lo que deberíamos hacer en nuestro tiempo libre.


