Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Sin deseo de tener hijos: China como ejemplo

hijos chinaRecientemente, China levantó el límite de nacimientos por familia  de 2 a 3, en lo que define como «política de tres hijos». Según el artículo de David Stanway y Tony Munroe, publicado en Reuters, la razón del cambio es que «los datos recientes mostraron una disminución dramática en nacimientos». Aunque China canceló su política de un solo hijo en 2016 y aumentó el límite a dos hijos, «no logró tener como resultado un aumento sostenido de los nacimientos», afirman los escritores. Ahora, Beijing no sólo aumentó el límite una vez más, sino que agregó varios incentivos para que las parejas casadas tengan más hijos.

No creo que la tasa de natalidad sea cuestión de política. Los chinos, como la mayoría de la gente en el mundo, quieren cada vez menos hijos. La humanidad se está volviendo cada vez más egoísta y no encuentra placer en criar niños, que sabe que los ignorarán tan pronto como puedan mantenerse. Zhang Xinyu, una madre de 30 años de Zhengzhou, capital de la provincia de Henan, expresó claramente una actitud característica: “Pensando en el panorama general y de manera realista, no quiero tener un segundo hijo. Un tercero es aún más improbable».

A la luz de nuestro creciente ensimismamiento, veremos disminuir a la población mundial. Personalmente, no veo nada de malo. La tecnología compensará cualquier escasez de mano de obra, habrá menos bocas que alimentar y menos personas poblando el planeta, ya superpoblado. Hace cien años, la humanidad era de unos 2 mil millones de personas; ahora se acerca a los 8 mil millones. No veo ningún daño en volver a cifras más sostenibles.

Pero, la pregunta más importante no es el número de habitantes en el mundo, sino lo que hacen aquí. Si la gente se odia tanto como hoy, mientras menos seamos, mejor para todos. Pero si hay amor y unidad entre gente y naciones, podremos ser tantos como queramos, sin sentirnos hacinados y sin que haya escasez. Por eso, lo importante es invertir, no en las tasas de natalidad, sino en cambiar la actitud de los que ya están aquí, de animosidad a amistad.

Todo lo que sucede, tensiones y pandemias, crisis y trastornos, deberían llevarnos a una conclusión: debemos atender la causa fundamental de nuestro problema: nuestras relaciones.

Las leyes de la naturaleza dictan que funcionemos de manera integral e integrada, como la naturaleza misma. Nuestros incansables esfuerzos por destruirnos unos a otros económica, social e incluso físicamente, nos ponen en desacuerdo con la naturaleza. Somos opuestos al entorno en el que vivimos, ¿Cómo podemos esperar sentirnos bien? ¿esperarías que el pez fuera del agua se sintiera bien? ¿esperarías que sobreviviera? Esto es lo que nos estamos haciendo a nosotros mismos: vivimos en un entorno interconectado e interdependiente, pero nos comportamos como si fuéramos independientes y autosuficientes. En un estado así, no podemos sentirnos bien aquí y a la larga, no podremos sobrevivir.

No sólo en China, sino en todo el mundo, llegamos a un punto en el que debemos construir nuestras conexiones como una red interdependiente e interconectada, igual que el mundo que nos rodea. Somos demasiado grandes y demasiado influyentes para que la naturaleza nos tolere en el nivel actual en el que alteramos su estructura. Como estamos dentro de la naturaleza y como la naturaleza nos creó y nos sostiene, si insistimos en combatirla, nos erradicará como erradica a cualquier ser que sea incongruente con sus leyes. Por eso, en lugar de preocuparnos por la cantidad de habitantes, debemos preocuparnos por su calidad, por el nivel de nuestra conexión y por nuestro interés mutuo.

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