Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Se puede medir la felicidad?

felicidadSi un país pasa el corte, significa que sus habitantes se encuentran entre los más felices del mundo, según el Informe Mundial de la Felicidad de la ONU, una encuesta global de alrededor de 150 países. Recientemente, el estudio reveló una premisa muy simple, que generalmente se ignora: nuestros niveles de satisfacción están relacionados con los niveles de generosidad y ayuda mutua, que han aumentado en los últimos dos años gracias a la pandemia. Pero ¿quiere decir que la gente es más feliz porque de repente es más altruista? ¿Cómo se puede medir la felicidad realmente?

Finlandia, por quinto año consecutivo, es el país más feliz, según este ranking que se basa en el nivel de vida y la responsabilidad mutua. En 2021, las donaciones a organizaciones de beneficio, ayuda a extraños y voluntariado, aumentaron 25% a nivel mundial, en comparación con los niveles previos a la pandemia, dice el informe. Probablemente ese sea el caso, pero la forma en que una encuesta puede penetrar en los sentimientos y la satisfacción de la gente es discutible y poco confiable.

Creo que maduramos un poco y ya no somos tan ingenuos como para tomarnos las encuestas en serio. Todos entienden que están financiadas e involucran consideraciones políticas. Por ejemplo, si tuviéramos que creer las encuestas, estaría encantado de que Israel, el país donde vivo, haya alcanzado un respetable noveno lugar en el índice de felicidad global, a pesar de la constante amenaza a la seguridad y el alto costo de la vida.

La relación entre nosotros es cada día más difícil y los conflictos son agotadores, por lo que la conclusión debería ser que, el puesto setenta en el índice de felicidad fuera más realista para nosotros. Pero, al ver a Israel en la parte superior de la lista, las Naciones Unidas simplemente tratan de ocultar su actual trato sesgado hacia nosotros.

Si dejas de lado la lupa con la que la encuesta de la ONU nos muestra el «índice de felicidad global» y ves la realidad, notarás que los escandinavos, que ocupan los primeros lugares de la lista, no son la personificación de la alegría exuberante.

Hay ondas contrastantes generales en la realidad: calor y frío, expansión y contracción, tacañería y generosidad, felicidad y tristeza. Y ahora una ola más cálida, abierta y amistosa se está extendiendo por el mundo. Fue precedida por la pandemia de Covid y el sufrimiento global. Pero es sólo una ola pasajera y se desvanecerá.

El mundo se cerrará y la gente volverá a ser vengativa y egoísta. Esto se debe a que los acontecimientos de la vida nos afectan y exteriormente, nos atraen a cierto grado de conexión en un momento y separación en otro. Pero, por dentro no cambiamos.

Hemos sido así por miles de años y seguimos viviendo con el mismo instinto interior con el que nacimos. Es el instinto egoísta, el ego. Ese ego no nos permite ser verdaderamente felices. Nos hace atropellar a los demás para lograr lo que deseamos a su costa, lo que al final nos mantiene separados, maliciosos y hostiles entre nosotros. Nadie puede sentirse realmente feliz en esas condiciones y ambiente.

Somos parte de la humanidad y también parte del sistema de la naturaleza. Por eso, nuestra felicidad depende y está conectada con la felicidad de los demás. No podemos sentir felicidad privada, si no somos felices con todo lo que nos rodea. Para ser verdaderamente felices, debemos buscar controlar el ego en nuestra vida.

Cuando cambiemos nuestra perspectiva, de egoísta a altruista, subiremos la escalera de la felicidad sin depender de encuestas ni de orgullo vacío. Todos sentirán la alegría interior que existe en nuestras relaciones armónicas, la verdadera fuente de satisfacción duradera.

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