
¿Por qué mucha gente se arrepiente al final de su vida, mientras que otros insisten en que simplemente debemos disfrutar y satisfacer nuestros deseos? Hay muchas historias de hombres que llevan vidas tranquilas y sombrías. Parecen fríos y distantes, no dicen ni una palabra amable ni siquiera a sus seres queridos. Pero, en su lecho de muerte, de repente se vuelven hacia su esposa y les dicen: «Te amo». ¿Por qué sucede? Porque, antes de morir, logramos percibir algo del mundo de la verdad.
En ese momento, no sólo se ilumina el futuro, nos liberamos del ego del pasado. ¿Qué es la muerte? En primer lugar, es la muerte del ego. Si ganamos algo después, es otra cuestión, pero en ese momento cruzamos la frontera, de preocuparnos sólo por nosotros mismos a entrar en un espacio completamente diferente. Allí, descubrimos una pequeña verdad. Pequeña, sí, pero a partir de ahí, un nuevo mundo comienza a abrirse.
Ese «Te amo» final no es romántico. No es el amor al que estamos acostumbrados, donde amamos en un momento y al siguiente lo olvidamos. Es entender que, hasta el momento, no hemos amado en absoluto y ahora sentimos lo que realmente significa amar. En ese momento, entendemos que vivimos para nosotros mismos, que nos amábamos sólo a nosotros mismos. En esa última confesión, llanto u oración, vemos que nuestra vida egoísta, esencialmente fue errónea.
Claro que hay otros que dicen lo contrario antes de su último aliento: «Bebe, fuma, diviértete, aprovecha al máximo la vida. ¡Satisface tus deseos!». Lo he oído. Esto también es verdad, pero desde otra perspectiva. Ambas revelaciones surgen de nuestro encuentro con la realidad al final de la vida.
¿Qué hay realmente detrás de las palabras «Te amo»? Depende de quién las diga. Pero en su verdadero sentido, «Te amo» significa que quiero sentir que no tengo un yo propio, que mi vida es sólo para darte satisfacción y regocijarme en tu plenitud.



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