Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Por qué los antidepresivos no mejoran la calidad de vida

antidepresivosCabría esperar que la gente con depresión se sintiera mejor cuando toma antidepresivos. Sorprendentemente, un estudio enorme que, entre 2005-2016, examinó a 17.5 millones de adultos diagnosticados con depresión, concluyó que no sucede. Según el estudio, «El efecto en el mundo real del uso de medicamentos antidepresivos no mejora, a largo plazo, la calidad de vida con relación a la salud (CVRS) de los pacientes». Además, el estudio concluye que «los estudios futuros no deberían centrarse sólo en el efecto a corto plazo de la farmacoterapia, deberían investigar el impacto a largo plazo de fármacos o no fármacos en la CVRS de los pacientes». Está claro que la depresión no se puede curar con medicamentos. La única solución es tratar la causa de la depresión; nada más puede ayudar.

Los fármacos son sustancias químicas que pueden afectar nuestros sentimientos. Sin embargo, la satisfacción emocional es mucho más que un sentimiento temporal que se desvanece cuando baja la concentración de una droga en la sangre. La satisfacción emocional, cuya falta provoca depresión, es el resultado de la conexión con la raíz de la vida, el origen que vitaliza todo lo que nos rodea. Así como no sentimos el oxígeno en el aire, pero, de inmediato, sentimos cuando su concentración disminuye, no sentimos que estamos conectados a la raíz de la vida, pero sí sentimos cuando estamos desconectados de ella.

La raíz de la vida es la fuerza vital que genera y sostiene todo lo que nos rodea. Mantiene un equilibrio dinámico entre dos opuestos, que generalmente podemos relacionar como dar y recibir. Estos opuestos se manifiestan de forma diferente en cada nivel: noche y día, primavera y otoño, vida y muerte, amor y odio, etc.

Cuando estamos desconectados, nos sentimos desorientados, inseguros y sin rumbo. Imagina que estás en el espacio sin nada a tu alrededor ni siquiera estrellas ni planetas que te indiquen dónde estás. Puedes respirar, pero nada de lo que haces tiene efecto. Cuando estamos en la Tierra, el aire ejerce una enorme presión sobre el cuerpo, la gravedad tira de él, el clima cambia y las horas del día dictan lo que hacemos y la gente que nos rodea nos obliga a actuar y pensar de formas que, tal vez, no elegiríamos si no fuera por la presión social. Pero, precisamente esa presión y contrapresión que creamos desde dentro, nos hace sentir vivos y vitales. Nos orienta, estimula nuestras acciones y nos permiten evaluar la vida.

Cuando nos centramos demasiado en nosotros mismos, perdemos contacto con los demás, la conexión humana y social se rompe y nuestro canal más valioso de conexión con la raíz de la vida, con la fuerza vital, se bloquea. Por eso, la gente que no tiene vínculos sociales saludables no siente vitalidad, aunque no tengan ningún problema físico.

Mientras más nos desarrollamos, más necesitamos satisfacción emocional. Si antes necesitábamos los vínculos sociales, principalmente para satisfacer nuestras necesidades de supervivencia, como comida y trabajo, la modernización ha hecho que asegurar nuestro bienestar físico sea relativamente fácil. Como resultado, nuestros vínculos sociales han cambiado su propósito y en lugar de asegurar nuestra supervivencia, nos da una razón para sobrevivir. En lugar de disminuir su significado, se vuelven el sentido mismo de nuestra vida.

Se ha demostrado en muchos estudios que, una persona con buenos vínculos sociales es mucho más feliz y menos propensa a la depresión, que la gente introvertida. Una vez más, es la interacción de presión y contrapresión lo que nos hace sentir vivos y nos da sentido, propósito y dirección. Por eso, la depresión no se cura con drogas, que no tienen ningún efecto en nuestras conexiones sociales, sino construyendo conexiones sociales significativas, que nos den satisfacción emocional.

No quiere decir que debamos tener muchos amigos ni que no debamos estar solos. Nuestra disposición natural a ser sociables o a aislarnos debe seguir. Pero, aunque seas solitario y no necesites conexiones sociales. El propósito es hacer que tus vínculos tengan significado.

Nuestras conexiones sociales deben ser de apoyo mutuo y ayudarnos a desarrollar nuestro potencial. Debemos aprender a ver nuestras diferencias, no como causas de separación, sino como perspectivas que nos enriquecen con opiniones a las que no llegaríamos por nosotros mismos. Así como la noche da sentido al día, la opinión opuesta da sentido a mi opinión. 

Pensemos, por ejemplo, en la democracia, ¿qué sentido tendría la palabra si todos tuvieran la misma opinión política?

Por eso, la única forma de mejorar nuestra calidad de vida es, tener el mayor número de opiniones posible dentro de la misma sociedad, cuidar la cohesión en la sociedad, preservando las opiniones diferentes «vivitas y coleando». Esto nos conectará a la raíz de la vida, a los opuestos que dan dirección y sentido a la vida y que nos dan satisfacción emocional.

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Un comentario sobre “Por qué los antidepresivos no mejoran la calidad de vida
  1. Kennia Gonzalez dice:

    Gracias querido Rav. por su explicación , la Humanidad va a estar agradecida y las personas comenzarán a escuchar y sentir que deben construirse por encima de lo que les sucede.

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