Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

No es crisis alimentaria, ¡es hambre!

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Foto: David Beasley, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2020 y director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, habla durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz, en el Ayuntamiento de Oslo, Noruega, 10/dic/21. Cornelius Poppe/NTB/vía REUTERS

Expertos de todo el mundo advierten que la crisis alimentaria es inminente o ya está aquí. En su informe de 2022, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas subraya la «notable gravedad y el número de personas en crisis o aún peor… 53 países/territorios». Además, dice el informe del PMA, «el número identificado en la edición de 2022 es el más alto en los seis años de vida del informe». El servicio de información humanitaria ReliefWeb también informó que «A nivel mundial, el nivel de hambre sigue siendo alarmantemente alto. En 2021, superaron todos los récords anteriores… con cerca de 193 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria aguda y con necesidad de ayuda urgente». A pesar de la severidad de sus informes, creo que subestiman la gravedad de la crisis, cuya única solución es comprender nuestra responsabilidad mutua y las acciones que debemos tomar.

La crisis alimentaria no se resolverá abasteciéndose de alimentos básicos. No estamos hablando de kits de preparación para huracanes ni nada por el estilo. Estamos ante años, no semanas ni meses, en los que mucha gente en el mundo, no tendrá alimento. No es sólo otra crisis; será el inicio de una hambruna. La gente estará tan hambrienta que se comportará como animales, en el peor sentido de la palabra.

Al final, la angustia nos obligará a reconocer que la única razón de la hambruna es nuestra propia conducta y no ningún factor externo. La cuestión es cuánto tardaremos en entenderlo.

Ni la crisis alimentaria ni prácticamente ninguna crisis, tiene por qué ser. Está ocurriendo y empeorando, sólo porque hay gente que se beneficia con ella o simplemente porque nadie se preocupa lo suficiente como para detenerla.

En la sociedad humana hay total desequilibrio entre los que tienen y los que no tienen, entre los poderosos y los impotentes, entre los privilegiados y los desposeídos. Esta desigualdad se manifiesta en todos los aspectos de la vida. Hasta ahora, el aspecto alimentario era relativamente menor en el mundo desarrollado, afectaba sobre todo a África y Asia. Pero desde que se intensificó nuestra alienación mutua, también lo han hecho las crisis que nos infligimos unos a otros. Ahora que la crisis alimentaria se ha extendido también a occidente, todos están alarmados.

El hambre no ha hecho más que empezar. Por el momento, se trata más bien de estanterías vacías y de escasez temporal, pero como dije antes, es sólo el principio. No queremos oír que la causa de nuestros problemas es nuestro propio narcisismo. Pero si estamos suficientemente hambrientos y por tiempo suficiente, puede que estemos dispuestos a escuchar y a cambiar nuestra forma de comportarnos con los demás.

Puede venir de un líder que sea sincero sobre la unidad de la humanidad o puede venir por otro medio, pero al final, todos tendremos que aceptar que no podemos seguir siendo desconsiderados. El hambre nos cambiará. No puedo decir cuánto tiempo tendremos que «ayunar» contra nuestro deseo, pero el estómago vacío hará que la mente sea receptiva a la idea de la unidad.

Cuando nos demos cuenta de que todos dependemos de los demás y empecemos a actuar en consecuencia, todo cambiará. Descubriremos que el problema nunca fue escasez de alimento, sino falta de voluntad para compartirlo y distribuirlo. Descubriremos que el agua potable es abundante, sólo si queremos que sea accesible para todos.

Lo que se aplica a alimentos y a agua, ciertamente aplica a educación, vivienda y atención sanitaria. No necesitamos mucho más que eso para ser felices. Podemos dedicar el resto de nuestro tiempo a cultivar relaciones positivas. Si cultivamos responsabilidad mutua en la comunidad, en el país y en el mundo, no habrá crisis de que preocuparnos.

Estas palabras pueden parecer ingenuas, pero la responsabilidad mutua es la única solución que funcionará, su falta es la única causa de la crisis. El PMA lo ha intentado todo y ha fracasado, precisamente porque no ha probado lo único que realmente soluciona el problema: nuestro odio mutuo.

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Un comentario sobre “No es crisis alimentaria, ¡es hambre!
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Gran verdad!!! Me entristece porque yo soy parte de ese todo, y admito que el miedo a dar apoyo a personas y luego sentirme frustrada por como se comportan después, me doy cuenta que mi intención de dar fue positiva pero no con amor. Y eso no me agrada. Muchas gracias. DIOS los bendiga grandemente.

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