Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

La espiritualidad no es para grupos aislados, es para toda la humanidad

espiritualidad CabaláTemprano, en la mañana, entraba a la cocina y encontraba platos con restos de hummus, cebollas, pan y un poco de licor. Era un lugar donde la conexión entre la gente iba más allá de las rutinas casuales diarias. Me di cuenta de eso cuando profundizaba en la sabiduría de la Cabalá, bajo la dirección de mi maestro, cabalista Baruj Shalom HaLevi Ashlag (Rabash). A mi alrededor se sentaban seis ancianos, discípulos del gran cabalista Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), era un grupo pequeño y muy unido, casi como un mini kibutz dentro de la ciudad.

Este grupo vivía de forma sencilla, trabajaba sólo lo necesario y pasaba las horas restantes estudiando y disfrutando de la comida. Pero, la comida no era el punto focal; era la conexión de corazones, la emulación de nuestro estado espiritual como una sola alma, vitalizada por la fuerza única de amor y otorgamiento. Baal HaSulam soñaba con crear un kibutz con sus estudiantes, para encarnar la forma de vida de lo que llamó “última generación”: una vida de intercambio espiritual y asociación material.

Sin embargo, si Cabalá describe cómo llegar al destino final de la vida, de la manera más corta, placentera y consciente posible (el estado de unidad global de la humanidad), ¿por qué establecer una sociedad cerrada? ¿no deberían vivir entre los demás? La idea no era aislarse, sino construir una pequeña sociedad, un núcleo para el pueblo de Israel, sentar las bases de una nación unida.

Incluso después de que Rabash falleció y formamos un grupo llamado «Bnei Baruj» (es decir, «hijos de Baruj«, en referencia a mi maestro), seguía existiendo un sueño persistente de establecer un kibutz. Exploramos opciones en todo Israel, en el norte y en el sur buscamos un lugar para vivir de forma sencilla, en el que pudiéramos dedicarnos a estudiar. Pero, mientras más buscábamos, más se cerraba las puertas a esta idea y entendimos que no era para nuestra generación. Necesitábamos conectarnos en las condiciones actuales.

A medida que nos acercamos a la última generación que Baal HaSulam describió, a la era del Mesías, donde el Mesías (Moshiaj) es la fuerza que nos jala (𝘔𝘰𝘴𝘩𝘦j), establecer una sociedad pequeña y cerrada, parece una idea cada vez más lejana. Hoy, la idea de unidad necesita abrirse paso hacia la humanidad en general y aquellos que se identifican con la necesidad de unirse por encima de los impulsos egoístas innatos, forman el pequeño grupo pionero que inicia la conexión. Ese grupo no está ubicado físicamente en un kibutz ni campamento cerrado, sino que es un grupo de deseos que anhelan que haya un futuro estado de unidad más avanzado y que están al frente de la humanidad, dispuestos a dedicarse a elevar la unidad y los valores y prioridades.

Esencialmente, la búsqueda de un lugar cerrado para nuestro estudio y nuestra conexión, nos llevó a despertar, de un sueño a la realidad que los cabalistas de nuestro tiempo buscan: la unidad de hoy no es sólo para un grupo cerrado, sino para la humanidad en general y el camino hacia la unidad pasa por adaptarnos a las condiciones globales de nuestra era.

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