Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Hacia dónde va Europa?

Europa

Migrantes esperan para desembarcar de un buque guardacostas español, en el puerto de Arguineguín, en la isla de Gran Canaria, España, el 15 de septiembre de 2021. REUTERS  Europa / Borja Suarez

Cada vez oigo hablar más sobre el deterioro de la situación económica en Europa. Amigos y estudiantes de todo el continente me han relatado cómo la situación en su país está empeorando, que cada vez es más difícil llegar a fin de mes y que están perdiendo la confianza en el futuro. Hace ya años que llevo advirtiendo acerca de esto. Y sin embargo, la solución sigue siendo la misma: reeducar la egocéntrica actitud que los europeos han estado adoptando para que se convierta en una actitud integradora y de consideración mutua. Es la única salida que tiene el continente.

Actualmente, no parece haber motivos para que las circunstancias mejoren. Los informes que recibí sobre el aumento de los precios de la vivienda y los productos básicos en la República Checa, la emigración fuera de Hungría en busca de trabajo, la creciente disparidad entre la España interior y zonas costeras, y otros innumerables problemas de los que escuché hablar, apenas son una pequeña muestra de la situación. Por otro lado, la pugna de los países de segundo y tercer rango en Europa contra los países europeos más ricos no beneficia ni a opresores ni a oprimidos.

Los países europeos están en riesgo de que estalle una guerra, y los inmigrantes que llegan al continente solo están agravando esta situación. Ahora que la economía europea se está apagando, ¿qué es lo que harán? Por si fuera poco, añadámosle la «guinda al pastel», es decir el coronavirus, y el resultado es que tenemos frente a nosotros una situación de mucha precariedad e inestabilidad.

No puedo ser optimista pero, mientras quede algo de esperanza, hemos de intentar divulgar la única salida a esta situación de caída libre. Europa solo podrá salvarse si sus naciones y ciudadanos dejan de preocuparse exclusivamente por su beneficio personal. En una economía donde todo es interdependiente, el concepto de «beneficio personal» sencillamente no puede existir. Porque «interdependiente» y «personal» son, en cierto modo, un contrasentido.

Nadie puede decirle a los europeos qué deben hacer: son ellos los que deben responsabilizarse de su existencia. Ahora bien, deben hacerlo teniendo en cuenta la existencia de todos, no solo de los países ricos. De otro modo, la vida de todos quedará arruinada. Europa aún debe aprender lo que significa ser considerados unos con otros, asegurarse de que todos, realmente todos, tengan cubiertas sus necesidades. Si, tal como se afirma, la intención es ser un mercado común, hay que velar por el bien común. De lo contrario, ¿para qué sirve tener un mercado común?

Si queremos que haya un mercado (verdaderamente) común, tiene que haber un interés común. Esto significa que, en primer lugar, Europa debe frenar la afluencia de personas de otras partes del mundo, principalmente de Asia y de África. Sus intereses difieren mucho de los de Europa y su cultura no tiene nada que ver con la cultura europea. Hoy por hoy, con todos los problemas económicos y estructurales que ya tiene el continente, Europa no es capaz de mantener a los extranjeros que la invaden y cambian su estructura cultural y religiosa.

Una vez detenida la afluencia migratoria, es preciso cerciorarse de que todos en Europa tengan unas mínimas condiciones de vida aceptables. Si una parte del mercado europeo queda descuidada, el mecanismo entero caerá como un castillo de naipes. Del mismo modo que no abandonamos a su suerte a un familiar cercano, indefectiblemente tenemos que cuidar de que todos estén bien abastecidos. 

Sin embargo, actuar de este modo requerirá que Europa supere siglos de guerras –y no debemos olvidar que las dos guerras mundiales que hemos tenido hasta la fecha comenzaron en Europa– conspiraciones y rencores entre países. Esta es la educación a la que me refería al comienzo de este artículo: una educación para la responsabilidad mutua, la confianza y la buena voluntad.

Para que un cambio sea duradero tiene que ir precedido de un exhaustivo proceso de educación. Si todos los países están de acuerdo en ello, Europa puede salir triunfante del desafío al que se enfrenta. Pero si, por el contrario, permite que los países no adopten la responsabilidad mutua o permite que los foráneos sigan entrando, Europa estará condenada al fracaso. Y no pasará mucho tiempo antes de que, en uno u otro sentido, se decida su destino.

 

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Un comentario sobre “¿Hacia dónde va Europa?
  1. Rosa María Lomeli Delgado dice:

    Gran verdad!!! Lo mismo pasa aquí en México. Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🙏🙏

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