Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Está expuesta la apariencia de neutralidad de internet

internet redes socialesDespués de años de evitar este tema tan delicado, la Corte Suprema de EUA, finalmente acordó “decidir si las plataformas de redes sociales pueden ser demandadas a pesar de una ley que protege a las empresas de responsabilidad legal, por lo que los usuarios publican en sus sitios”, escribe The New York Times.  “El caso, presentado por la familia de una mujer muerta en un ataque terrorista, argumenta que el algoritmo de YouTube recomendó videos que incitaban a la violencia. …Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones, una ley de 1996 destinada a nutrir… internet … La ley dice que las empresas en línea no son responsables al transmitir materiales suministrados por otros. La Sección 230 también ayudó a que surgieran grandes redes sociales como Facebook y Twitter al garantizar que los sitios no tienen responsabilidad legal por tuits, actualización de estado o comentarios”.

Sin embargo, parece que se ha abusado de la libertad de responsabilidad. “Un grupo creciente de legisladores, académicos y activistas bipartidistas, son escépticos de la Sección 230”, la historia sigue, “y dicen que protege a los gigantes tecnológicos de las consecuencias de la desinformación, discriminación y contenido violento que fluye en sus plataformas”. Aunque, según los demandantes, «las plataformas pierden protección cuando sus algoritmos recomiendan contenido, orientan anuncios o dan nuevas conexiones a sus usuarios».

Esto puede parecer una batalla legal por poder y control, pero la Sección 230 puede costar vidas. “En un caso”, dice el artículo del periódico, “la familia de una ciudadana asesinada en un ataque terrorista demandó a Facebook, alegando que su algoritmo había reforzado el alcance del contenido de Hamás”. La demanda fue rechazada, pero un juez dijo que «las sugerencias algorítmicas de Facebook no deberían estar protegidas por la Sección 230″.

La libertad de internet es un problema. Dado que la naturaleza humana nos empuja a explotar todo lo que podemos en nuestro beneficio, cuando los gigantes tecnológicos pueden explotar una plataforma con promoción de contenido, que aumente sus ingresos, ninguna moral los inhibirá. Como resultado, promovieron videos de decapitaciones de ISIS y otros actos horribles de terror a gente que identificaron como posibles simpatizantes. La demanda afirma que la promoción de ese contenido no sólo aumenta las ventas de los gigantes tecnológicos, sino que también alienta a terroristas potenciales a actuar.

Evidentemente, hay necesidad de restringir la circulación de videos violentos o contenido que incite a la violencia. Además, uno de los argumentos en contra de las redes sociales es que, si dan contenido específico a personas específicas, ya no son “vallas publicitarias” no involucradas, como afirman, sino actores activos en la formación de la mente de quienes usan sus plataformas.

Por un lado, es imposible volver a los días en los que no había dirección. Por otro, ¿quién decidirá en qué medida y con qué criterios? Pues, todos estamos sujetos a las mismas debilidades que tientan a los gigantes de las redes sociales a hacer mal uso de sus plataformas. ¿Cómo podemos garantizar que quien esté a cargo de monitorear el contenido, no caiga en los mismos errores que los propietarios de las plataformas de redes sociales?

La única solución que puedo ver es lanzar un proceso educativo integral, completo y de largo plazo que nos haga conscientes de nuestra interconexión. Sólo si entendemos en el nivel más profundo de nuestro ser, que cuando lastimamos a otros, nos lastimamos a nosotros mismos, dejaremos de explotarnos, oprimirnos, intimidarnos y dañarnos.

Por el momento, no estamos ni cerca de comprender que necesitamos este proceso. Nos empujamos persistente e insistentemente por un túnel que terminará en una guerra mundial nuclear. Si iniciamos a tiempo ese proceso educativo, revertiremos la tendencia en la que estamos. Si no lo hacemos, nos infligiremos un sufrimiento inconcebible, hasta que comprendamos que dependemos unos de otros.

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