An Israeli soldier looks out from a tank at sunset as an artillery unit gathers near Israel’s border with the Gaza Strip, in southern Israel, October 12, 2023. REUTERS/Ronen Zvulun TPX IMAGES OF THE DAY
Cuando pensamos en los rehenes que se encuentran ahora en la franja de Gaza, es de enloquecer. Están en manos de enemigos llenos de odio. Monstruos de odio, criados para ser precisamente eso. Los pensamientos no paran, ¿cómo ha sucedido esto? ¿Cómo lograron cientos de terroristas derrocar así la valla, sin problema, sin interrupciones? Si solo se pudiera dar marcha atrás al tiempo…
Por años hemos menospreciado la oportunidad que se nos dio de conectarnos en una sociedad unida, crear un único pueblo, unificado, y no acogimos esta oportunidad. La relación entre nosotros no nos da la seguridad de ser realmente un solo pueblo conectado.
Aquí comienza la guerra. Cuando nuestro enemigo tiene claro que no estamos lo suficientemente unidos para protegernos, ellos aparecen, y las vallas y los muros que deberían protegernos parecen como una triste broma. Si no nos hicimos una valla de protección espiritual, no hay preparación que pueda sustituir la conexión entre nosotros.
Debemos vencer a los enemigos que quieren nuestra separación; los externos son los terroristas, y los internos están entre nosotros, del rechazo que existe dentro de cada uno de nosotros, que no nos permite alcanzar el amor mutuo.
Nos espera un gran escrutinio. Todo depende de cuánto pueden millones de judíos, ciudadanos del Estado de Israel, pueden crear una sociedad unida. Cada guerra que irrumpa será peor y más dolorosa que la anterior, así está escrito en la Torá. Hemos podido comprobar en las últimas décadas de que, si no nos conectamos como un solo hombre, no tiene sentido nuestra existencia y seguiremos siendo un pueblo perseguido y odiado.
Ojalá logremos terminar con esta guerra externa y la interna, y podamos unirnos como un solo pueblo.
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