Un sabio dijo una vez: «El hombre debe obtener conocimiento y sabiduría». Cuando le preguntaron la diferencia, respondió: “El conocimiento se logra leyendo libros, la sabiduría se logra leyendo el libro que eres tú mismo”.
¿Qué libro somos? Somos el libro de la vida con todas nuestras experiencias.
Leer el libro de la vida es recordar y comprender cómo vivimos. Nuestra vida está escrita en ese libro, pero sólo nosotros, cuando lo hojeamos, podemos impregnarnos de él y comprenderlo. Escribir, en este caso, es escribir en ese libro. En cada momento de la vida, resolvemos problemas que se nos plantean y los ponemos en acción. Por eso, debemos comprender cómo se desarrolla todo.
El libro de la vida lo escribimos con dudas y sangre, es decir, con sufrimiento. Así hemos vivido por miles de años y todo lo que ha sucedido está escrito en ese libro. No hay otra forma y no tenemos nada de qué arrepentirnos. Más bien, todo nuestro sufrimiento ha sido necesario para escribir el libro de la vida.
Las últimas líneas del libro de la vida, a las que nos lleva, son las que nos animan a abrir más los ojos y observar el mundo con claridad. Y veremos que pintamos el cuadro de este mundo y de nosotros dentro de él y que no hay otra realidad que la que nosotros determinamos.
Determinamos la existencia de este mundo y lo hacemos exactamente como es. En realidad, no hay mundo. Nosotros lo definimos. Por ejemplo, ¿existimos? Nosotros lo definimos. En otras palabras, determinamos que vivimos en tal o cual mundo y determinamos que somos nosotros dentro de este mundo. No hay nada más que nuestra impresión de qué y cómo escribimos. Si alcanzamos ese nivel de conciencia, podremos decir que es adonde nos lleva el libro. En otras palabras, las últimas líneas del libro de la vida son para conocer el mundo en el que vivimos. Así vamos por golpes de sufrimiento, para conocer el mundo en el que vivimos.
El resultado de leer el libro de la vida es aceptar y estar de acuerdo con lo que nos sucede y nos ha sucedido. Generalmente, la gente tiene miedo y espera recibir algo bueno al final de su dura vida. El bien que podemos recibir es que lo aceptemos todo. Es el resultado de la vida y del libro de la vida. En otras palabras, el resultado de la vida es comprender la naturaleza real, en la que hay una ley clara, la de “cada uno según su trabajo en sí mismo”. Aceptamos y estamos de acuerdo con esta ley en la medida en que la entendemos.
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