Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Charlie Hebdo, ¿libertad de expresión o libertad para esparcir odio?

Charli hebdo
(Reuters: Emmanuel Macron, presidente francés, dijo el sábado, que respeta a los musulmanes que estaban conmocionados por las caricaturas del profeta Mahoma, pero que eso no era excusa para la violencia. Mientras, sus funcionarios reforzaban la seguridad después de que esta semana, en un ataque con cuchillo, murieron tres personas en una iglesia francesa).

Los países democráticos con frecuencia ponen el derecho de libertad de expresión en un pedestal. Pero ¿y si ese derecho se utiliza para difundir odio? ¿aún así está permitido? Muchos países en Europa protegen la libertad de expresión con defensores de los ideales liberales y la revista Charlie Hebdo es un ejemplo. Sin embargo, dado que la naturaleza humana está llena de odio, cuando dejas que la gente se exprese sin restricciones, expresa odio. Cuando la libertad de expresión es libertad del discurso del odio, debe ser restringida. Las caricaturas en Charlie Hebdo sobre Mahoma constituyen un discurso de odio y deben ser prohibidas. Nada justifica el asesinato, pero al mismo tiempo, una institución que difunde sistemáticamente odio debería cerrarse; no tiene derecho a existir.

Ya sea que nos demos cuenta o no, la humanidad es una entidad. Las diversas religiones, sistemas de creencias, razas y culturas son órganos de un solo ser y cada órgano expresa una faceta diferente de esa entidad. Aunque los órganos de esta entidad se detesten entre sí, aún están conectados. De hecho, todo el propósito del odio es impulsarnos a construir conscientemente cuidado y amor mutuos y llegar a desear ser una entidad. Por lo tanto, difundir odio entre los órganos de la humanidad equivale a envenenar al cuerpo. Si un órgano propaga odio, no se justifica que los demás órganos hagan lo mismo.

Cuando nos burlamos de la creencia de alguien, no contribuimos en nada a la humanidad; sólo aumentamos la desunión, el odio y la violencia. Y más que nada, exponemos nuestro propio carácter. Si bien, no es sorprendente descubrir que nos odiamos, alardear de ello no ayuda a repararlo. Dado que el propósito del odio es impulsarnos a construir lo opuesto, intensificar el odio es contraproducente para nuestro desarrollo como seres humanos.

Si deseamos vivir en una sociedad democrática y sostenible, debemos convertir en ley, que el discurso del odio contra cualquiera, sea nación o persona, esté estrictamente prohibido. Actualmente, aunque existan esas leyes, no se aplican de manera asertiva y deberían aplicarse; son imprescindibles para la estabilidad de la sociedad. Si quieres expresar amor, exprésalo tanto como lo desees. Pero si quieres expresar odio, guárdalo para ti, la sociedad ya lo tiene en abundancia. Y peor aún, estás alimentando el odio de tus enemigos hacia ti. Nada bueno saldrá de ello; sólo dolor, muerte, más dolor y más muerte.

En el mundo actual, sólo aquellos que se elevan por encima de su odio y se esfuerzan por amar ganarán. Esta es una era en donde todos estamos conectados y sólo las conexiones positivas perduran. Las conexiones negativas se desintegran y se deshacen. Si quieres ganar, gana el corazón de la gente. Eso es todo lo que necesitamos hoy.

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