Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Dejarán los humanos de inventar?

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La humanidad inventa cada vez más, porque desea una vida serena y plena.

Pero, ocurre lo contrario. Tomemos como ejemplo la energía nuclear. Decimos que tiene fines pacíficos, pero al mismo tiempo, tiene el poder de causar destrucción masiva y muerte en un instante.

La realidad es que los humanos no podemos inventar nada verdaderamente bueno ni amable.

El único invento que podríamos considerar bueno y eterno para la humanidad es corregir su naturaleza egoísta. Ningún otro invento ni descubrimiento nos traerá felicidad.

Pero, primero debemos entender que vivimos con una naturaleza maligna. Que nos impulsa a la fricción, insatisfacción y agitación constantes. El mundo actual está sumido en la confusión, no sabe qué hacer consigo mismo.

Creímos que el socialismo nos salvaría. También hubo comunismo, capitalismo, liberalismo, democracia; es decir, una ideología tras otra. Teníamos esperanza de que estos sistemas crearían un mundo mejor. Hoy, vemos que cada intento nos acerca a entender nuestra maldad. Ningún sistema puede corregir el estado egoísta de la naturaleza humana, para llevarlo a uno altruista.

Por mucho tiempo, la humanidad se desarrolló de forma lineal; es decir, el ego creció, pero eventualmente, le llevó a una nueva sociedad. Hoy, el ego repliega en sí mismo. Nos convertimos en una especie de aldea global, todos interconectados. Aun así, el humano, obstinadamente, sigue investigando e innovando, se niega a reconocer su maldad interior.

La humanidad no podrá dejar de investigar ni de inventar. Llegaremos a un punto en que diremos: «Hubiera sido mejor no haber inventado todo esto». Así como hoy nos preguntamos si descubrir la energía atómica fue bendición o maldición, lamentaremos mucho más.

Está escrito: «Quien aumenta el conocimiento, aumenta el dolor» y también: «Quien aumenta la riqueza, aumenta el sufrimiento». Estas palabras son más relevantes hoy que nunca.

Aun así, no podemos detener la búsqueda de conocimiento y riqueza. El ego nos impulsa implacablemente. No nos deja detenernos. Nos sigue impulsando, no hacia el progreso real, sino para comprender nuestra propia maldad.

Debemos comprender que este mundo no se puede arreglar, mejorándolo externamente. Es necesario superarlo. Debemos cambiar nosotros mismos. La humanidad lo comprenderá y ese momento se acerca. 

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