
Amor mutuo absoluto. Sólo necesitamos amor puro e incondicional. Amarnos, no por lo que alguien hizo o dejó de hacer ni por valores o metas compartidas, sino porque somos seres humanos.
¿Puede haber una vida así? Sí, desde luego. Absolutamente.
Para amarnos y sentir amor genuino por los demás, necesitamos comprender que no hay nada más grande que ese sentimiento.
El amor es la base misma de la naturaleza. Todo lo que vemos y más aún, lo que hay más allá de nuestra visión y se esconde en la realidad superior, se basa totalmente en amor. La naturaleza superior, que está más allá de lo que podemos percibir, es el amor mismo. En su raíz, cada ley, fuerza y movimiento, es una expresión de este poder único.
Además, la naturaleza espera que atraigamos esa fuerza. En el momento en que acudamos a ella con este deseo —no en beneficio personal, sino por amarnos unos a otros—, responde. Amor no es sólo el sentimiento más exaltado que existe; es la fuerza central y más poderosa de la naturaleza.
Pero, ¿qué pasa si estamos llenos de odio? ¿qué pasa si no soportamos a los demás ni a la humanidad en su conjunto? Aun así ¿podemos hacer el cambio? ¿podemos pasar del odio al amor en un período determinado, por ejemplo, en un año?
Sí, sí podemos. De hecho, precisamente porque estamos en estados tan opuestos, podemos sentir la transformación. Estamos al borde la ruina total del camino egoísta, de vivir para servir a nuestros intereses personales estrechos, pero es lo que abre la puerta a algo superior.
¿Por qué? Porque cuando, finalmente vemos que intentar satisfacción egoísta, es decir, desear disfrutar a costa de los demás, conduce al conflicto, al vacío, a la impotencia, a la desconexión, al odio y al sufrimiento, nos sentimos como cachorros ciegos e insensatos, perseguimos ilusiones y nos desplomamos exhaustos. Es como si hubiéramos logrado mucho, pero, no tenemos nada. Avanzamos en todos los ámbitos de la actividad humana y aún así, no logramos conectarnos ni sentirnos verdaderamente vivos. Es doloroso y humillante. No tengo otras palabras para describirlo.
Pero hay una salida. Sí, si desde lo más profundo del corazón, le pedimos a la naturaleza que nos cambie, cambiaremos. Habrá una transformación en nuestra percepción, sensación y actitudes. Será una transformación tan profunda que ni siquiera podemos imaginarla. Porque la fuerza que gobierna la realidad es la fuerza de amor. Y si pedimos amor, pedimos esa fuerza tan positiva que reside en la naturaleza y, responde.


