
Constantemente pensamos en cambiar el mundo. Pero, de hecho, es la máxima expresión de nuestro ego, el deseo innato de disfrutar sólo en beneficio propio. Creemos que, si cambiamos los medios de comunicación, derrocamos gobiernos o despedimos a los jefes, el mundo mejorará. Pero, nada de esto es necesario.
Lo que necesitamos hacer es mostrarle al mundo que su propio fundamento—ya sea en el nivel inanimado, vegetal, animal y especialmente el humano— es totalmente egoísta y que este fundamento egoísta requiere corrección. “Corrección” es transformar el ego en altruismo, es decir, un estado en el que desarrollamos la intención de otorgar sobre nuestro deseo de recibir. Además, la corrección comienza específicamente desde el nivel humano, porque es desde esta altura que el resto de la naturaleza puede ser transformada.
La corrección inicia con nosotros. Comenzamos con la conexión, la relación de unos con otros. Cuando empecemos a cambiar estas conexiones, la naturaleza en todos sus niveles le seguirá. De arriba hacia abajo, el cambio repercutirá en los niveles animal, vegetal e incluso inanimado.
En efecto, quiere decir que nosotros, la gente común, al mejorar nuestras relaciones con los seres más cercanos, a pesar de conflictos y diferencias, podemos cambiar el mundo. La metodología para corregir el mundo reside en la corrección del ser humano. No se logra al gritar consignas ni presionando a los demás. Se logra gracias a un proceso de educación, refinamiento y transformación interior.
Si logramos cambiar, veremos que eso es exactamente lo que el mundo necesita desde siempre. A medida que cambiemos, el mundo reflejará ese cambio. Empezaremos a notar que emerge más bondad y armonía a nuestro alrededor. Gracias al cambio colectivo de actitud, gradualmente el mundo alcanzará el estado de equilibrio con la naturaleza y cuando suceda, habrá armonía, paz y felicidad en abundancia en la humanidad.


