Observo a la gente y veo un mundo inundado de expresiones. Constantemente conversan y comparten contenido e impresiones en redes sociales. La información es infinita y sin embargo, mientras más hablamos, más descubrimos un vacío interior. Nuestra existencia actual, destaca la falta de sentido en el que vivimos.
Eso no es sentimiento. Llenamos la vida con un torrente infinito de pequeñas dosis de placer, para distraernos de un vacío existencial mayor. Por eso mucha gente se hunde en la apatía, no desea moverse al despertar, no tiene objetivo ni sabor ni significado que la inspire.
Sin embargo, precisamente en este momento es cuando algo más grande debe surgir. Ahora es el momento de entender que la vida, tal como es, no tiene sentido. Necesitamos comprenderlo, porque hasta que el vacío envuelva nuestra sensación, podremos preguntarnos sinceramente: «¿Tiene algún sentido?».
Inicialmente, la respuesta es que no lo hay. Es decir, no hay sentido en los lugares donde solemos buscarlo. Ni en la profesión ni en el entretenimiento ni en los logros personales. El sentido de la vida no se esconde en este mundo egoísta. Está por encima de él.
Si queremos sentirnos vivos, despertar por la mañana con la sensación de que algo nos impulsa desde dentro, necesitamos buscar qué gobierna esta realidad en la que vivimos. Existe la naturaleza, que es vasta, inmensa e inteligente y hay un pensamiento detrás de ella, un diseño y una intención.
Este pensamiento es la fuerza que rige la naturaleza y sustenta la vida en todos sus niveles: inanimado, vegetal, animal y humano. El sentido de la vida reside en descubrir ese pensamiento, en comprender la intención que subyace en todo lo que percibimos.
No es un llamado a convertirnos en científicos en el sentido habitual. No necesitamos fórmulas ni teorías, sino abrir nuestros ojos interiores. Percibir la razón de todo. ¿Por qué se creó esta realidad? ¿hacia dónde va? ¿qué intenta decirnos la naturaleza?
La naturaleza nos impulsa a elevarnos por encima de este mundo, porque este mundo, tal como es ahora, es el más bajo de todos los mundos posibles. Elevarse por encima de este mundo es conectarnos con la intención que lo creó. Es descubrir el plan, el pensamiento y la fuerza de armonía que une a todos y a todo.
Cuando logramos alcanzar ese pensamiento, sucede algo increíble. Empezamos a sentir la realidad más allá de tiempo y espacio. Empezamos a vivir al nivel de la fuente de la vida, de forma similar a cómo opera la naturaleza misma.
¿Cuál es el pensamiento en su esencia? Es armonía absoluta entre todas las partes de la creación. Es lo que nos falta y es a lo que la naturaleza nos lleva, querámoslo o no.
Y aunque nos volvamos más destructivos, no podremos destruirnos por completo. La naturaleza no nos permitirá renunciar a lo que nos tiene reservado. Tarde o temprano, tendremos que despertar al llamado interior y alcanzar la armonía que planeó para nosotros. Ese es el sentido de la vida. Es para lo que estamos aquí.
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