Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Por qué siento que este mundo se está desmoronando?

crisis mundo

Vivimos en una época extraordinaria, en la que, ante nuestros ojos, el mundo cambia radicalmente. Algunos están más preocupados por la situación, otros menos, pero la situación no es trágica ni tan terrible. En realidad, deberíamos alegrarnos por lo que está ocurriendo, pues estamos en el umbral de una nueva vida, una vida llena de esperanza y expectativas, a pesar de los fenómenos negativos que están ante nosotros.

Para comprenderlo, necesitamos entender lo que sucede en el mundo en general y en cada uno personalmente y, por qué sucede. ¿Los acontecimientos son resultado aleatorio de errores que hemos cometido en la vida o es un proceso que debemos atravesar para llegar a un mundo mejor?

Muchos expertos describen la situación global como una crisis integral que abarca actividades económicas, sociales, educativas, culturales, ecológicas y de otros tipos. Pero, sabemos que una crisis puede ser la puerta a una nueva vida.

En chino, la palabra «crisis» se compone de dos caracteres: uno simboliza peligro y el otro, oportunidad. En griego antiguo, la palabra «crisis» significa decisión, punto de inflexión. En el hebreo bíblico, crisis (Mashber) se refiere al lugar donde inicia una nueva vida.

Crisis personal y global como punto de inflexión

En la vida personal, ocasionalmente percibimos crisis, especialmente durante las transiciones. Al principio, siempre hay dificultades. No es fácil dejar una situación familiar ni iniciar algo nuevo. Nos cuesta dejar un trabajo, cambiarnos a una casa nueva, etc., porque estamos acostumbrados a nuestro entorno y ya no necesitamos mucho esfuerzo. Nos sentimos atraídos por lo que tenemos y nos sentimos seguros.

El cambio y la transición, rara vez son agradables, a menos que vayamos hacia algo seguro y podamos vislumbrar un futuro mejor. Sin embargo, cuando el futuro es incierto y la transición es difícil o amenazante, la situación se siente realmente trágica.

Por eso, primero debemos preguntarnos: ¿Realmente nos enfrentamos a amenazas inmensas, a guerras, revoluciones, matanzas, caos total en las calles, junto con problemas ambientales que nos atemorizan? o ¿estas amenazas existenciales podrían acelerar el nacimiento de un nuevo orden mundial?

En otras palabras, ¿el estrés y la presión que sentimos, que parecen irresolubles, podrían ser necesarios, porque la vida debe «nacer» en una nueva forma?

Este estado se asemeja al feto antes de nacer. Durante el embarazo, el feto se desarrolla de forma segura dentro del útero materno. Pero a medida que se acerca el momento del parto, se produce una intensa presión mutua. El feto debe partir, su madre ya no puede contenerlo. Sienten rechazo mutuo, así comienza el parto. Finalmente, el bebé nace en un mundo que lo acoge con amor y le ofrece un nivel de vida nuevo y elevado: se convierte en ser humano.

Este proceso refleja lo que vivimos hoy. Parece que la situación actual son las contracciones del parto, que traerán el surgimiento de un nuevo mundo. Hemos pasado por muchas etapas de desarrollo histórico, algunas muy dramáticas, pero no fueron transformaciones verdaderas ni «nacimientos», fueron etapas evolutivas. Ahora, esta situación es fundamentalmente diferente.

Mundo en crisis, mundo en transición.

El mundo atraviesa una crisis que abarca todos los ámbitos de la vida. Surgen desafíos dolorosos en las relaciones y crianza de los hijos. La violencia aumenta en escuelas, calles y espacios públicos. El costo de la vida se dispara. Las brechas sociales se amplían, alrededor del uno por ciento de la población, posee la mayor parte de la riqueza mundial. La economía mundial está en crisis continua. Incluso el sueño americano se está derrumbando, cada vez más gente en Estados Unidos vive en la pobreza.

La relación de la humanidad con la naturaleza también está fallando. Contaminamos nuestro hogar común y dañamos el ecosistema. Los desastres naturales nos azotan repetidamente y los patrones climáticos están cambiando drásticamente.

Si bien, la historia ha presenciado períodos de cambio climático que provocaron transformaciones sociales importantes. Hoy, cambios y presiones —naturales, humanas y sociales— ocurren simultáneamente.

El principal problema es que ya no sabemos hacia dónde vamos. En transiciones pasadas, la sociedad humana siempre progresó. Siempre hubo un objetivo visible, como pasar de la esclavitud a una sociedad más progresista. Incluso si esas transiciones implicaron guerras, revoluciones o levantamientos violentos, un futuro nuevo y mejor era visible y alcanzable. Algunas sociedades abrazaron el cambio, otras se resistieron.

Pero ahora, la sensación de perder el rumbo es compartida por todos. Fundamentalmente, sentimos que algo no funciona a nivel mundial. Hay una sensación fuerte de que todo debe cambiar, pero no estamos seguros de cómo ni adónde ir.

Interconexión global, ¿bendición o amenaza?

En medio de las crecientes dificultades en las relaciones humanas, hay una paradoja: el mundo está cada vez más interconectado.

Para comprenderlo, basta con pensar en nuestra vestimenta, en lo que comemos, en cómo están construidas nuestras casas y de qué depende nuestro trabajo. Es difícil encontrar un país que no participe, directa o indirectamente, en la producción de los bienes de los que dependemos. Las materias primas provienen de un lugar, los componentes de otro, las máquinas de otro más.

Con el tiempo, la evolución social ha globalizado e interconectado a la sociedad humana. Bancos, industrias y fábricas, transfieren bienes y materiales por todo el mundo, la cultura y la educación se difunden globalmente en un instante, gracias a internet y a los medios de comunicación globalmente interconectados. Globalmente, todo es interdependiente y está interconectado.

Esta interdependencia puede ser positiva, como en una familia sana, que da seguridad. En cambio, en una familia enferma, la dependencia crea tensión, conduce a conflictos y a menudo, termina en divorcio. Pero, como humanidad, no podemos divorciarnos. Estamos atrapados en esta delgada corteza terrestre y no podemos escapar.

En el pasado, un conflicto local era local. Hoy, cualquier conflicto corre el riesgo de una escalada global. Hay dependencia mutua entre individuos, organizaciones y naciones. Cambiaron las reglas del juego. Del mundo individualista, donde cada uno actuaba por separado, pasamos, casi sin darnos cuenta, a un mundo global e integral, donde todo, incluyendo la economía, ecología, política y sociedad, está interconectado.

«Global» quiere decir un todo «Integral» y conectado donde cada parte depende de las demás.

Entendamos el presente como el nacimiento de un futuro mejor

Para que sea un nacimiento tranquilo y seguro en un mundo mejor, necesitamos comprender qué está mal en nuestra situación actual y aclarar qué nos impide disfrutar de la vida.

En comparación con épocas pasadas, la humanidad vive en una era de tecnología avanzada, de abundancia y prosperidad.

Y, ¿cuál es el problema? En eso debemos seguir reflexionando. 

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