La forma correcta de afrontar el fracaso es comprender que lo que tiene que ser, será. Lo que tenga que suceder, sucederá. La vida se mueve en franjas: blanco, negro, blanco de nuevo y negro de nuevo y así sigue. Después del negro, vendrá el blanco. Quizás sólo nos roce, pero vendrá. Y de nuevo, el negro.
El problema es que estamos hechos para huir de los fracasos. Realmente, no analizamos ni comprendemos ni nos preparamos para lo que nos espera. Sólo queremos escapar y es un enfoque incorrecto. Si conectamos los estados de fracaso y éxito, podremos superarlos. Y así, no nos debilitamos en tiempos de fracaso ni nos embriagamos en tiempos de éxito.
Es decir, unir lo negro y lo blanco: no ver uno como fracaso y el otro como victoria, sino superar ambos. Cuando lo hacemos, los superamos con facilidad. «Superarse» es dejar de perseguir el éxito, es darnos cuenta de que ya lo tenemos, hoy, ahora mismo.
Los físicos hablan de agujeros negros. Estamos en un enorme agujero negro astronómico. ¿Qué hay más allá? Nada y nada es necesario. Podemos relajarnos sabiendo que estamos dentro de la naturaleza y dejar que nos guíe. Lo más importante es rendirnos ante ella.
Suelta los remos. Deja de remar contra la corriente. De hecho, incluso si hay corriente, no importa. Suéltalos por completo. Si creemos en una naturaleza sabia, excelsa, eterna y todopoderosa, hacerlo es la decisión más razonable.
Además, debemos recordar que cualquier resistencia, revela nuestra pequeñez, limitación, incomprensión y desacuerdo con la gran naturaleza en la que existimos. No te resistas a nada. No inventes nada. Debemos intentar comprender qué es la naturaleza, estar de acuerdo con ella y aferrarnos. Al hacerlo, encontraremos un estado de vida óptimo.
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