Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Cómo manejar el ego en las relaciones?

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Nuestra vida se compone de relaciones. Parejas, hijos, amigos. En el trabajo, en el campo, en el mundo, hay relaciones en todas partes. Además, en la era del ego desmedido, cuando los ánimos se enfadan y las dificultades aumentan, urge encontrar un método para conectarse positivamente.

Comencemos con una definición básica: por naturaleza, estamos hechos del deseo de disfrutar: el deseo de recibir placer y deleite. Incluso los objetos inanimados desean existir en buenas condiciones, las plantas y los animales desean crecer y prosperar. Pero no hay paralelo al deseo del ser humano. Es un deseo que se desarrolla a ritmo acelerado y que busca todo para sí. Como resultado, constantemente cambiamos y surgen muchas exigencias en nuestro interior y muchas expectativas de quienes nos rodean.

Los animales actúan por instinto. Los niños pequeños también suelen actuar así. Pero nosotros, debemos aprender a ser nuestros propios psicólogos: conocer nuestros impulsos internos, patrones naturales de comportamiento y reacciones. Es importante comprender que lo que emerge de forma natural en nuestra personalidad, aún no es nuestro verdadero yo, sino «el animal» que llevamos dentro.

¿Qué significa esto? Lo «humano» que llevamos dentro, debemos construirlo con nuestras propias manos. ¿Cómo? Dividiéndonos en dos: una parte es el humano que observa y examina, la otra es el «animal» que llevamos dentro, con sus impulsos naturales. No hay por qué avergonzarse. Tras hacer esta distinción, debemos tratar de ser dueños del animal que vive en nosotros. Para hacerlo, debemos observarnos bien: examinar nuestra naturaleza, desarrollar consciencia de nuestros impulsos y autocriticarnos desde fuera.

La primera condición para mantener una relación, es la concesión. Todos somos egoístas, queremos disfrutar, por eso se dice que el amor es una mascota que criamos con concesiones mutuas. La segunda condición es una sonrisa, aunque sea artificial y no surja del interior.

¿Por qué es importante? Porque el ambiente machista actual transmite el mensaje de «Demuestra lo que vales, demuestra fuerza, sé poderoso», eso trae consigo innumerables problemas en la vida. Con agresión, sólo se ganan enemigos. Incluso si derrotamos a alguien, constantemente tratará de hacernos tropezar, para demostrar que no valemos nada.

Por otro lado, ceder y sonreír, dan a quienes nos rodean ejemplo de actitud positiva y expresan nuestro deseo de cooperar, entendernos y resolver problemas. “Las acciones atraen corazones”, decían los sabios, si intentamos ceder y sonreír a los demás, de pronto sentiremos que en nuestro corazón, surgen emociones cálidas hacia ellos.

La actitud buena genera actitud buena, por eso, si persistimos, también veremos cambios en la otra parte.

Construir una relación romántica es un proceso de conexión entre dos egoístas. Desde el principio, cada uno está encerrado en su propia cáscara y la fricción es como la de dos nueces. Para conectarnos, debemos ser suaves y flexibles.

Relación, es integrarnos uno en otro, al menos hasta cierto punto. Igual que en la unión física, donde lo masculino penetra a lo femenino, también debe ocurrir en la unión interna, es decir, en la conexión entre nuestros deseos. Cada uno debe funcionar como masculino y femenino, dar y recibir, hasta que nos incluyamos mutuamente.

El concepto de “inclusión” es que cada uno crea un espacio dentro de sí, para el otro.

Además, está el principio del tango, según el cual, las parejas sólo se sienten conectadas si hay movimiento entre ellas. Una conexión sana entre dos personas, sólo existe con base en el cambio. Como en el tango, cuando uno se mueve, su pareja se mueve. Uno avanza, el otro retrocede; uno retrocede, el otro avanza. Sin movimiento, no hay baile.

Necesitamos comprensión y sensibilidad emocional para ver que los estados cambian constantemente. Como en la naturaleza, debe haber hambre y saciedad. Sin amargura, no percibiremos lo dulce. Los contrastes y cambios son parte de la vida, pero debemos saber controlar los diferentes estados. Sobre todo, es importante recordar siempre el principio del tango: siempre caminamos juntos.

El deleite mutuo de nuestra relación debe ser la base de la relación de pareja. Ambos, por igual, debemos disfrutar de la conexión. Es decir, debemos ser lo suficientemente sensibles como para sentir que la pareja nos disfruta y actuar según sus sentimientos y nuestra pareja debe actuar de la misma forma con nosotros. Cada uno debe considerar los deseos del otro y esforzarse por aprovechar sus capacidades en beneficio mutuo.

Hasta que ambos se sienten y se comprenden, se puede decir que bailan y disfrutan juntos. Cuando somos sensibles a nuestros cambios y estamos atentos a los cambios en nuestro interior, podemos decir que estamos bailando tango.

Una de las herramientas que ayuda a construir la conexión es el «Taller de Conexión». Las reglas son sencillas: escuchamos atentamente a los demás, no criticamos ni rechazamos, aportamos nuestras ideas y sobre todo, aceptamos, como si tuviéramos la pipa de la paz en la mano y el deseo de construir una relación cálida.

Un ejercicio para un taller de conexión en pareja es imaginar que somos la pareja ideal. Que nuestra relación es lo mejor posible. Podemos tomarnos un minuto o dos para reflexionar y luego compartir con la pareja cómo percibimos esa relación y lo qué incluye.

Luego, debemos buscar tantas palabras, emociones y descripciones como sea posible, para darle a la relación forma, sabor y color perfectos. Además, debemos intentar aferrarnos a la imagen que formamos juntos. Vivir en ella, como en un cuento de hadas, como niños inmersos en un juego de aventuras.

En un sentido más amplio, es probable que los consejos aquí mencionados no puedan sostenerse sin un entorno de apoyo. Para una pareja sola, será muy difícil perseverar en la labor de construir su conexión.

El ambiente social actual no fomenta conexiones profundas. Al contrario, es la razón por la que la unidad familiar y las relaciones se están desmoronando. El mismo proceso es evidente a escala global: hay un ego creciente que nos divide y paraliza, donde crear y almacenar cada vez más armas, genera una sensación creciente de ansiedad. La competencia y destrucción corrompen la naturaleza humana, nos lleva a buscar más poder, ventas y dinero.

Con el tiempo, crecerá la conciencia de que, por naturaleza, somos una sola familia y que, para sobrevivir, necesitamos conexión, consideración mutua y complementación. Así, seguiremos un proceso socioeducativo-cultural colectivo, que priorice la conexión humana positiva. En este marco, la relación romántica se convertirá en un pequeño laboratorio en casa, donde se trabaja para desarrollar nuestra capacidad de amar al prójimo como a nosotros mismos. Un método educativo integral, que dé prioridad a la conexión positiva en la sociedad, nos enseñará, desde el interior, a dar vida a un hombre nuevo, a una nueva humanidad. Espero que triunfemos en esta transición de un mundo cada vez más caótico a uno de armonía y paz. 

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