
Cuando tememos, somos como conejitos temblando bajo los arbustos. El miedo nos afecta a todos: grandes o pequeños, ricos o pobres, con educación o sin ella; todos sentimos miedo en lo más profundo de nuestro ser. Hoy, más que nunca, la gente se ve arrastrada al miedo. Las presiones de la vida, la incertidumbre y la frialdad nos empujan a esa misma vulnerabilidad.
¿Y qué debemos hacer? Necesitamos comprender que sólo podemos sobrevivir y prosperar superando nuestra separación y uniéndonos.
La manera más sabia de superar el miedo, es superar los muros internos que impiden nuestra conexión positiva, ir por encima de nuestros problemas odios e instinto de menospreciar a los demás, para sentirnos en primer plano,.
Necesitamos ver a los demás, sean quienes sean, como la clave de nuestra supervivencia. ¿Por qué? Porque es exactamente lo que es. Cuando hablo de unidad, no me refiero a debates interminables ni a grandes gestos, sino a sentir un poco más a los otros, acercarnos interiormente, a escucharles y a darles espacio en nuestro corazón. Sentir así a los demás, nos salvará.
Si en esta generación, no nos esforzamos como corresponde, tendremos que hacerlo en la siguiente. La única pregunta es cuándo y con cuánto sufrimiento, ¿estaremos dispuestos a posponer lo que inevitablemente llegará?
Por eso, es mejor que lo hagamos ahora. Confío en que aún sea posible.



Deja una respuesta