El impacto del dinero depende totalmente de cómo se usa. Si mi objetivo es satisfacer mis deseos egoístas, es decir, deseos de beneficio propio a expensas de los demás, el dinero se convierte en necesidad. Pero, si busco canalizar mi ego para satisfacer a los demás, necesito una pantalla anti egoísta, una “cobertura” para el ego, que está representada por el dinero.
El dinero es un indicador de nuestra fuerza, la fuerza de la pantalla. Las guerras, por ejemplo, realmente no se hacen por dinero en sí, sino por el ego que el dinero amplifica.
Sin embargo, el dinero tiene sus limitaciones. Si bien puede comprar muchas cosas, no puede comprarlo todo. Las cualidades que están arraigadas en el alma, como conexión o talento innato para música, arte o literatura, están más allá del valor del dinero.
Las cualidades que recibimos de la naturaleza, como talento o potencial espiritual, no se pueden comprar con dinero. De manera similar, las conexiones positivas que construimos con amor y generosidad hacia los demás, no se pueden comprar con medios financieros.
A menudo confundimos dinero con esfuerzo, pensamos que simplemente podemos pagar para lograr el resultado deseado. Pero, las actitudes, conexiones profundas y dones, que se originan en la fuerza positiva de amor, generosidad y conexión que habita en la naturaleza, no se pueden adquirir por medios egoístas. Estos aspectos intangibles, que debemos cuidar y equilibrar con su fuente -la fuerza positiva que habita en la naturaleza- permanecen intactos ante el papel moneda y la riqueza material.
