Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Aún estamos evolucionando? ¿Hacia dónde nos llevará la evolución?

evolución humanidad

La fuerza que nos impulsa a evolucionar, desarrolla en nosotros el deseo de recibir. De querer, tener, comprender y saber más. Así evolucionamos de generación en generación, año tras año, es decir, gracias a la fuerza de recepción. Ganamos conocimiento sobre nuestro mundo, nos integramos a él y nos esforzamos por controlar lo que sucede.

Los problemas surgen cuando hay desequilibrio entre nosotros y nuestro entorno. Cuando sólo tomamos para nosotros, sin consideración ni límites, perjudicamos a los demás y a la sociedad. Esto crea un mundo desequilibrado, carente de la fuerza del otorgamiento, en otras palabras, de la fuerza de dar, participar y en última instancia, de amar.

Esta perspectiva comenzó a cobrar fuerza en la década de 1960. Se comenzó a reconocer los límites del desarrollo egoísta. Comprendimos que no podemos seguir progresando sólo con el deseo de recibir, donde cada uno se ve a sí mismo e ignora su entorno. Es decir, incluso cuando damos, lo hacemos con la expectativa de recibir a cambio.

Al mismo tiempo, despertó el deseo de sentir a la naturaleza con más intensidad, de penetrar en su profundidad. La humanidad entendió que, sentir la naturaleza a un nivel más profundo requiere cualidades que no poseemos intrínsecamente.

Aparentemente, no tenemos la fuerza de otorgar, la fuerza de la Madre Naturaleza, es decir, la fuerza de dar, de la que nace la evolución. Así como actuamos con nuestros hijos, la naturaleza actúa con nosotros. ¿Y cómo respondemos? Recibimos todo de la naturaleza y lo disfrutamos, pero ¿somos similares a ella? En absoluto. Somos totalmente opuestos.

Cuando reflexionamos sobre nosotros, sobre el sentido de la vida, sobre el proceso que estamos viviendo, surge la pregunta: ¿hay un propósito que debamos alcanzar? Parece que todo desarrollo en la naturaleza tiene un propósito. Pero, ¿qué hay de nosotros, la humanidad en su conjunto? ¿podemos pensar en esta pregunta? Si encontramos respuesta, ya podemos empezar a alinearnos en consecuencia y avanzar hacia una vida verdaderamente buena.

Hay dos fuerzas fundamentales en la naturaleza: la fuerza de dar y la fuerza de recibir. En nuestro cuerpo, en todo el universo, todo es fuerza.

Desde el principio de la creación, estas dos fuerzas se desarrollaron juntas, interactuaron en diversas combinaciones y crearon formas externas de materia. La interacción entre partículas negativas y positivas, electrones y protones, formaron átomos, moléculas y posteriormente, diversos compuestos en el plano inanimado de la naturaleza.

Gracias a la integración mutua, estas fuerzas se desarrollaron y formaron células vivas. En el mundo vegetal, el movimiento ya era evidente, es decir, absorción y emisión de energía y materia. Posteriormente, la combinación de fuerzas se volvió más compleja, creó el reino animal, donde las criaturas individuales se movían de forma independiente, buscaban alimento y se esforzaban por sobrevivir y reproducirse. Además, cada ser se adaptaba a los cambios de su entorno.

La naturaleza de dar, que es la fuerza que sustenta, provee y nutre, es más oculta e interna. La naturaleza receptora es más visible. En los mundos inanimado, vegetal y animal, la evolución se desarrolló según un programa interno, sucedió de forma similar en la humanidad, durante cientos de miles de años. Hoy, sin embargo, sentimos que llegamos al límite. Se agotó el desarrollo con la fuerza de la recepción y el progreso requiere que añadamos la fuerza de dar, conectarnos y amar.

¿Cómo hacerlo? ¿quién nos enseñará?

Hasta ahora, estamos acostumbrados a usar la fuerza de recepción, que es la fuerza de separación. Mientras más distintos, superiores y dominantes fuimos, más exitosos se nos consideró. Ahora necesitamos evolucionar, aprender a trabajar con la segunda fuerza de la naturaleza, la fuerza de otorgamiento. Necesitamos integrarla con la fuerza de recepción para ascender juntos a una etapa de desarrollo fundamentalmente nueva.

Un ejemplo claro de estas dos fuerzas opuestas, se puede ver en nuestra relación con la sociedad, entre el individuo y la sociedad. Si construimos una sociedad que refleje los valores de otorgamiento, conexión y generosidad y estudiamos nuestra relación con los demás y la de ellos con nosotros, podremos recopilar datos y aprender sobre la fuerza de otorgamiento que necesitamos tener, en contraposición a la fuerza de recepción.

Gradualmente aprenderemos a usar cualidades como envidia, lujuria y honor, de modo especial, uno que promueva el otorgamiento. Esto depende del cambio en los valores sociales en esa dirección. Somos criaturas sociales y siempre buscamos ser vistos con buenos ojos por quienes la sociedad respeta. A medida que nos desarrollemos, vemos que la fuerza de otorgamiento se convierte en la fuerza dominante, la que determinará todas nuestras acciones, reacciones, pensamientos e intenciones.

¿Qué ganaremos con esto? Ante todo, lograremos una sociedad más segura, saludable y sensata, donde todos se preocupen por todos como en una familia sana y funcional. Estas relaciones cambiarán por completo nuestra vida y mejorará totalmente el mundo actual.

Sin embargo —y este es el punto crucial—, mientras más logremos la fuerza de otorgamiento, más empezamos a sentir y comprender a la naturaleza como nuestra madre. Así como el bebé se convierte en niño, adolescente y adulto, también nosotros, al volvernos dadores como la naturaleza, empezamos a sentir sus fuerzas internas, las fuerzas que subyacen a la materia.

¿Qué es la materia que vemos? Si la descomponemos, encontramos átomos, luego partículas y fuerzas. En última instancia, hay una fuerza, los físicos la observan en los aceleradores de partículas y en otros instrumentos.

Así, logramos las fuerzas fundamentales, la fuerza de otorgamiento y la fuerza de recepción, que están en la base de toda la materia. Nos adentramos en la materia, en la creación y vemos que la combinación de estas dos fuerzas construye, compone y conecta todo con una sabiduría maravillosa. Y comprenderemos aún más profundamente, más allá de estas fuerzas y sus acciones, el programa operativo que las sustenta.

Lograr y equilibrar estas dos fuerzas en nuestro interior, nos permiten conocer la naturaleza, la Madre Naturaleza, la fuerza general que opera, genera la vida y la guía hacia una meta que llegaremos a descubrir. Esto nos ayudará a comprender esta vida. Podremos ver todo con transparencia, penetrar en todo lo que sucede, a nuestro alrededor y en nuestro interior. Lo veremos todo como una combinación de fuerzas.

Este no es un conocimiento externo como el que hemos obtenido hasta ahora, gracias a la recepción, sino que, la combinación de ambas fuerzas y las nuevas cualidades que obtendremos de ellas, nos darán herramientas internas. No son externas como las de los físicos, químicos y otros científicos, sino que, en nuestro interior, sentimos la naturaleza y a nosotros mismos como partes integrales de ella. Comenzamos a ver, vivir y a ser incluidos en este gran proceso.

También comenzamos a sentirnos, no a nivel de cuerpos sólidos -carne y hueso- ni de sus aspectos vegetales e inanimados, sino a través de las fuerzas que actúan en nuestro interior y se fusionan con la naturaleza general y global.

Cuando descubramos el sistema interior, nuestra fuerza personal, la fuerza del entorno y las fuerzas de la naturaleza en general, nos vemos como parte integral de todo este sistema, conectados a él. Así logramos conocer profundamente la naturaleza y sentir la eternidad y perfección que reside en ella.

De hecho, este es el propósito de la evolución en esta nueva era y en los años venideros. Simplemente necesitamos comprender que hay una gran diferencia entre la nueva vida y lo que ha sucedido hasta ahora. A lo largo de la historia, hemos progresado instintivamente, guiados por una fuerza: el deseo de recibir. Nos hizo buscar por todas partes para obtener más. Ahora, necesitamos desarrollar un enfoque de consideración, conexión, unidad e integración dentro de nosotros.

A medida que desarrollamos la fuerza de otorgar, la fuerza de recepción también crece, pero de otra forma, es decir, en contraste con la fuerza de otorgar. Ambas fuerzas se complementan a un nivel superior y dan como resultado el trabajo creativo. El desarrollo humano posterior sucede gracias a que, en la combinación y el equilibrio entre ambas fuerzas, logramos comprender, sentir, aclarar, examinarnos y corregirnos. Así, seguimos desarrollándonos desde la plenitud hacia una plenitud aún mayor y más allá.

Como resultado de este proceso, se desarrolla una nueva conciencia de quién somos y en qué sistema estamos realmente. Cuando penetremos en la naturaleza, organizaremos las dos fuerzas internas, las de recepción y la de otorgamiento y podremos sentir dimensiones a las que actualmente no podemos acceder.

Entramos en un sistema de fuerzas más allá de tiempo, movimiento y espacio, alcanzamos logros espirituales y plenitud interior en nuestra emoción e intelecto, sin conexión con el cuerpo físico. ¿Por qué? Porque en el logro, todo se expande, gracias a la nueva conciencia que adquirimos. Y el cuerpo se revela como un mero aspecto de las fuerzas instintivas e iniciales que nos fueron dadas, para que podamos evolucionar a una dimensión superior de experiencia.

Por eso, vivimos en un tiempo especial, en un estado único y nos acercamos a la etapa de nacimiento como seres humanos, que se asemejan al vasto sistema de la naturaleza. Nos espera un desarrollo maravilloso en comprensión y entendimiento, hacia una vida cada vez mejor, más allá de los límites actuales, hacia una experiencia de vida ilimitada. 

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Un comentario sobre “¿Aún estamos evolucionando? ¿Hacia dónde nos llevará la evolución?
  1. Elia dice:

    EXCELENTE ENSEÑANZA PARA MI CRECIMIENTO Y LUZ PARA MI ALMA
    ANHELO MAS DE ESTOS ESTUDIOS Y COMO PROFESIONAL DE SALUD LO APLICO CON MIS PACIENTES
    SI TIENEN ALGUN GRUPO DE ESTUDIO POR WASAP, XFA INCLUYA ME.
    SHALOM
    DESDE PERU-PISCO.ICA