“El éxito de nuestra nación dependo de nuestro amor de hermanos y de conectarnos como una familia”
Rabí Shamuel David Luzzato
Sólo cuando nos unimos como uno, puede haber paz y plenitud. Aspirar a la unidad, a ser Aguda Ajat (un manojo) se deriva de la raíz más alta de la creación, de su mismo origen.
Nuestros estados de separación y división son detonantes que nos impulsan a conectarnos y unirnos más. El mayor odio entre nosotros y hacia nosotros se está exponiendo cada vez más y anuncia con mucha claridad que, es el momento de hacer mayores esfuerzos por unirnos.
Es importante destacar que, unidad no quiere decir que debamos pensar y comportarnos igual. Sino que nuestras perspectivas diversas se tengan en cuenta como parte de un todo y que logremos acuerdo en los puntos clave, pero resguardando la diversidad. Si tomamos como ejemplo las denominaciones judías y a los judíos no afiliados, la unidad judía será que, sin cambiar ninguna costumbre y sin converger en una sola denominación, nos unamos y aprendamos a apreciarnos y a cuidarnos verdaderamente unos a otros.
Es como en una familia en la que cada miembro tiene sus propias características, pero cada uno se eleva por encima de las diferencias y juntos, trabajan para resolver los problemas críticos y garantizar el bienestar familiar. Así, sentiremos intensamente, tanto nuestros atributos diferentes y a menudo conflictivos, como la unidad que los supera y así, formaremos un todo más sólido, armónico y equilibrado. Ese es el estado en el que, no sólo sobreviviremos como pueblo, sino que floreceremos y difundiremos bondad al mundo. Es como escribe Rav Kook:
«La unidad que revela el mundo moral, espiritual e intelectual, junto con el mundo material, técnico y social, se expresa en el mundo gracias a Israel. La misión de la Tierra de Israel es dar al mundo la revelación de esa unidad, que dará un nuevo rostro a toda la cultura humana».
– Rav Avraham Kook, *Orot HaKodesh*.


