
Para mí, no hay duda: el Creador existe. No es una figura abstracta en las nubes, sino la fuerza que lo creó todo, incluyéndonos a nosotros. Y no sólo nos creó, también nos inculcó un propósito muy específico, uno que debemos cumplir.
Ese propósito es, llegar a ser como Él.
Por eso somos llamados humanos, en hebreo es Adam. Viene de la palabra hebrea para similar (Domeh). El ser humano se llama «Adam«, porque está destinado a asemejarse al Creador en sus cualidades internas.
¿Qué quiere decir? Debe alcanzar la cualidad de otorgamiento: dar, amar, crear y cuidar sin egoísmo. El Creador es la fuente de toda la realidad, la fuerza que da infinitamente y que gobierna todos los mundos con entrega y amor absolutos. Este es el estado que todos debemos alcanzar. Es el significado más pleno del ser humano.
Además, todos necesitamos alcanzar este estado. Seamos conscientes o no, creamos en él o nos resistamos, este es nuestro camino. Puede parecer abrumador y lo es, pero es la evolución definitiva del alma.
Al final, lo lograremos. Todos seremos como el Creador, lo queramos o no.


