
Muchas especies de insectos se están reduciendo, están en peligro de extinción o desapareciendo por completo. Los científicos advierten que esto podría provocar un colapso catastrófico, ya que los insectos son una parte crucial del equilibrio del planeta. Sin ellos, plantas, animales y humanos sufrirán.
Dicen que plagas como las cucarachas y las moscas aumentarán, pero las abejas, en particular, están desapareciendo. Las abejas son esenciales para la reproducción del mundo vegetal. Sin ellas, la cadena de vida se interrumpe y será un grave problema.
¿Podemos resolverlo con la ciencia? No. Podemos intentar crear abejas artificiales, polinizadores robóticos, pero no confío en esos trucos tecnológicos, por muchos miles de millones que se inviertan en ellos. No detendrán el declive de la humanidad ni repararán las relaciones dañadas entre las personas, que es la causa principal del problema.
De hecho, estos inventos nos distraen. Si no existieran, desde hace mucho tiempo, nos habríamos visto obligados a preguntarnos qué debemos hacer. Pero, depositamos nuestra esperanza en la ciencia y la tecnología, pensando que, si les dedicamos más dinero, los científicos lo resolverán todo y podremos seguir como estamos. No funcionará.
Únicamente, cambiando nuestra actitud interior hacia el mundo y hacia los demás, recuperaremos la plenitud de la naturaleza. La naturaleza es un sistema integral y cerrado. Si violamos su integridad, nada de lo que creemos podrá reemplazar lo perdido. Incluso nuestros pensamientos, no sólo nuestras acciones, afectan al sistema.
Pero, seguimos soñando con atajos, como construir invernaderos gigantes, controlar la polinización artificialmente y reemplazar ecosistemas enteros con sustitutos artificiales.No funcionará. La naturaleza tiene un propósito y nos impulsa a hacer una transformación interior de nuestra naturaleza humana egoísta, a la forma altruista de la naturaleza misma. No estamos destinados a simplemente reparar el daño. Estamos destinados a cambiarnos a nosotros mismos. Sin embargo, nos resistimos a este cambio. Seguimos intentando conquistar la naturaleza, alimentar nuestro ego y al final, nadie está contento.
La ciencia, cuando revela la interconexión y la armonía de la naturaleza, es valiosa. Cuando nos ayuda a sentir que todo es interdependiente, puede inspirarnos a buscar armonía dentro de nosotros mismos y en nuestras relaciones. Esta es la ciencia que necesitamos incorporar a la sociedad. Ningún otro logro traerá felicidad genuina. Al final, sólo nos ayudará a comprender que debemos cambiarnos a nosotros mismos.
¿Y qué podemos hacer para prevenir la desaparición de insectos y restaurar el equilibrio ecológico? Necesitamos crear conciencia de que todos somos parte integral de la naturaleza, responsables de interactuar adecuadamente con ella. Cuando lo hagamos, como describe la Biblia, «el lobo y el cordero vivirán juntos y en paz y un niño pequeño los pastoreará». La naturaleza, en los niveles inanimado, vegetal y animal, seguirá a la humanidad hacia y la existencia será armónica y pacífica.


