Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Por qué el sistema educativo moderno ha fallado en convertirnos en mejores seres humanos?

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Muchos profesores que conozco, dicen que esta generación guarda cierto rencor hacia los adultos. Lo entiendo. Es natural que los niños se quejen de sus mayores. Vienen al mundo sintiendo que los demás les deben algo, en cierto modo, tienen razón. Los niños esperan atención especial, cuidado y orientación. Creen que se lo merecen y así es.

¿Qué les damos realmente? Aparentemente, les damos educación. Los enviamos a la escuela. Pero, la escuela no forma seres humanos. Produce profesionales en una gran variedad de campos, como: física, matemáticas e ingeniería. Pero no construye al ser humano. No le da una formación verdadera. No moldea su mundo interior ni sus valores ni su humanidad.

¿Qué sucede? Asisten a la escuela día tras día, año tras año y salen como animales. Suena duro, pero es verdad. No les inculcamos lo que es ser un ser humano en relación con los demás y con la vida misma. Y si preguntas ¿quién tiene la culpa?, la respuesta es: nosotros.

Los padres están constantemente ocupados, trabajando, distraídos y abrumados. Por eso, sus compañeros y sus pantallas y teléfonos inteligentes, se quedan a cargo de criarlos. Absorben todo lo que ven y oyen, sin filtro y sin comprenderlo. El resultado es una generación alejada de los valores, de la verdadera conexión humana y de una visión saludable del futuro.

Hasta que la humanidad despierte y se tome este asunto en serio, es decir, que controle la dieta informativa y emocional que consumen los niños y aplique una educación estricta, consciente y enriquecedora basada en valores, la situación empeorará. Debemos darles una educación que les enseñe a vivir, no sólo a calcular o memorizar.

Hemos criado a una generación con comportamientos destructivos y es culpa nuestra. Si yo le hablara a los niños como profesor, no les daría sermones con datos secos. Me sentaría con ellos y les diría: «Resolvamos esto juntos. Entendamos quiénes somos, qué queremos de la vida, cómo podemos relacionarnos y en qué mundo queremos vivir».

«Nosotros los adultos no estaremos aquí mucho tiempo. Pero ustedes, su generación, sí. Y le darán forma al mundo que viene. O sea, ¿en qué clase de personas deben convertirse para garantizar que ese mundo sea amable, bueno y seguro?». Esta es la conversación constante que debemos tener.

Además, no debemos compadecer a las generaciones más jóvenes. Ellas deben comprender hacia dónde va este mundo, si se deja como está: se volverá más frío, cruel y artificial, inapropiado para seres humanos.

¿Pueden entenderlo? Confío en que sí. ¿Pueden cambiar? Por supuesto. Aunque, es un proceso y no ocurrirá en una sola conversación. Podría llevar varios años, lo cual está bien. Lo importante es que persistamos, que avancemos incesantemente.

Finalmente, nuestra mayor tarea no es formar profesionales exitosos, sino formar una generación de seres humanos felices y seguros. 

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