Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

¿Hasta qué punto podemos cambiar la naturaleza humana?

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¿Hacia dónde evoluciona la naturaleza en su conjunto? ¿hay conexión entre las leyes de la naturaleza y las relaciones humanas? ¿qué potencial de desarrollo tiene el dicho «el hábito se convierte en segunda naturaleza» y cómo se relaciona con la crisis global actual?

La investigación científica en curso demuestra que desde la creación del universo en el Big Bang hasta hoy, ha habido un proceso continuo de desarrollo y transformación, las predicciones indican que así seguirá en el futuro. Los científicos afirman que el universo se está expandiendo, las galaxias se distancian o colisionan y los planetas se forman y desaparecen. También presenciamos cambios en la Tierra, como erupciones volcánicas, terremotos, tendencias de calentamiento y enfriamiento, cambios en los polos magnéticos y más.

En la formación de la materia, vemos que átomos simples como el hidrógeno y el helio se combinan para formar átomos más complejos, que a su vez se combinan en moléculas. Estas moléculas se unieron para formar moléculas aún más complejas con propiedades y funciones cada vez más sofisticadas.

La vida en la Tierra ha seguido un camino similar. La primera célula viva evolucionó en una más compleja y dio lugar a los organismos multicelulares. A partir de ahí, evolucionaron formas de vida más avanzadas, eficientes y complejas en la vida vegetal y animal, hasta llegar a lo que conocemos hoy.

Influencia del cambio de la Tierra en nosotros

Los efectos de las transformaciones de la Tierra en nosotros son evidentes. Los humanos, las plantas y los animales se ven afectados por los cambios geológicos y ecológicos. Nuestra dependencia de la flora y la fauna es evidente, pero en los últimos años hemos descubierto que la humanidad también influye en los cambios de nuestro mundo.

Nuestro impacto en el medio ambiente, como la capa de ozono o el calentamiento global, sigue preocupando a muchos científicos. La urbanización, la industrialización y la deforestación han modificado los niveles de oxígeno atmosférico y los ecosistemas del mundo. Más que nunca, se ve la profunda interconexión e interdependencia entre todos los aspectos de la naturaleza.

Una observación más profunda revela una regla única que opera en la evolución de la naturaleza: sus partes son atraídas para formar un sistema donde todo está interconectado, recibe influencia mutua y es dependiente. A pesar de las numerosas leyes naturales que rigen el sistema, todas parecen obedecer a una ley única y general, que podemos llamar «ley del desarrollo de la naturaleza».

¿Por qué es importante entender la ley del desarrollo de la naturaleza?

La experiencia demuestra que, entender las leyes naturales, nos ayuda a evitar errores y a lograr éxito. Conocerlas nos permite evitar peligros y enfocarnos en lo que nos beneficia. El progreso científico ha hecho la vida más cómoda: un agricultor puede alimentar a miles de personas y hay mejoras similares en construcción, vestimenta y otras áreas.

De igual forma, la comprensión profunda de las leyes del desarrollo de la naturaleza puede ayudarnos a desenvolvernos mejor en este mundo en constante evolución y anticiparnos a las tendencias sociales.

Mientras que la naturaleza: inanimada, vegetal y animal, evoluciona instintivamente con su entorno, los humanos tenemos la capacidad única de evolucionar conscientemente. El problema radica en que desconocemos que estamos conectados y que somos mutuamente dependientes del resto de la naturaleza.

Aun así, somos impulsados, voluntaria o involuntariamente, hacia una interconexión más estrecha. La ley del desarrollo de la naturaleza impulsa a la humanidad, naciones y culturas a estar más interconectadas y ser más dependientes entre sí.

¿Permitirá este desarrollo que sintamos que cada uno depende de los demás? ¿nos convertiremos en engranajes de una sola máquina? Aunque esta imagen parezca descabellada, es justamente la dirección que la evolución de la naturaleza revela hoy.

La crisis es un despertar

En este momento, esta conexión nos parece antinatural y nos resistimos a esa ley. Pero si pudiéramos sentir nuestra verdadera conexión, nos preocuparíamos por los demás de forma natural. Desearíamos el bienestar de todos, esperando lo mismo a cambio. En otras palabras, aún no interiorizamos que todo en el mundo está interconectado e influyente mutuamente.

¿Cómo lograremos entenderlo?

La crisis global actual nos obliga a desconectarnos del estilo de vida al que nos hemos acostumbrados en las últimas décadas: trabajar, ganar y gastar en exceso, buscar «colchones de seguridad» financieros, etc.

Aunque ahora, este enfoque parece erróneo. La creciente crisis global está trastocando todos nuestros planes. Ni siquiera los ricos pueden sentirse verdaderamente seguros.

Paradójicamente, la ley natural del desarrollo no nos conduce al éxito personal, sino a lo contrario. Nos muestra que la verdadera seguridad, prosperidad y plenitud residen en la conexión.

Estamos entrando en una nueva etapa, donde una sola ley nos afecta a todos, nos cobija bajo un mismo paraguas. Nunca antes, tantas naciones diversas se habían enfrentado a la misma situación alarmante. Independientemente de su cultura, religión o gobierno, una nube descendió sobre el mundo y nos envolvió en una crisis común.

Llamado al cambio interno

Esta crisis global señala un desajuste entre el comportamiento humano y la trayectoria de desarrollo de la naturaleza. Los humanos actúan con egoísmo, a costa de los demás, mientras que la naturaleza tiende a un sistema conectado y cooperativo. Nuestro desajuste causa desequilibrio al sistema y como cualquier sistema cerrado, genera presiones que buscan restablecer el equilibrio. En la vida se manifiestan: guerras, colapso económico, enfermedades, pandemias y desastres climáticos, entre una miríada de otros problemas.

Para vivir mejor, debemos actuar en armonía con la ley de desarrollo de la naturaleza. Al igual que otras leyes naturales inmutables (física, química y biología), esta ley no se puede cambiar. Sólo se puede comprender y seguir.

¿Qué debemos cambiar en nuestro interior para estar en armonía con la naturaleza?

Nos impulsa el deseo de vivir, sentirnos bien y disfrutar. Se puede clasificarse en deseos básicos (comida, sexo, familia, vivienda) y otros más evolucionados (riqueza, respeto, poder, conocimiento). En esencia, son formas del deseo de recibir placer.

Para evolucionar, debemos refinar el uso de este deseo, no sólo en beneficio personal, también para los demás. ¿Por qué? Porque, si la naturaleza nos impulsa hacia un sistema conectado de dependencia mutua, debemos empezar a considerar a los demás como parte de nuestro «organismo» común.

Pero ¿cómo podemos hacerlo si nuestra naturaleza es egoísta?

Tomemos como ejemplo nuestros sentimientos hacia nuestros hijos. En una familia sana, no hay separación entre «yo» y «ellos», sólo es «nosotros». Debemos extender este sentido de unidad a toda la humanidad.

Papel de la educación integral

Para adoptar una mentalidad tan poco común, necesitamos un sistema educativo integral que cultive la unidad social. Uno de sus principios fundamentales es: «El hábito se vuelve segunda naturaleza».

Desde nuestra experiencia, vemos el poder del hábito. Las acciones repetidas en un entorno de apoyo, se vuelven instintivas. Con base en este principio, debemos construir entornos educativos y sociales para todos, cultivar el interés mutuo en medios de comunicación, debates, ejemplo y aunque pueda parecer sorprendente, también en el papel que nos toca.

Debemos actuar como si ya nos preocuparan los demás tanto como nosotros mismos. ¿Cuál es el beneficio de hacerlo? Gracias a este juego consciente, se formará un nuevo entorno positivo, que gradualmente, cultivará una nueva forma de vida.

Los niños crecen gracias al juego. Construyen, fracasan y reconstruyen. De igual forma, nos volvemos más sabios y fuertes, gracias a diversas experiencias. Educadores y psicólogos invierten mucho en juegos apropiados para cada edad, saben que así se evoluciona realmente.

Los deportes también son juegos que fortalecen la salud física, gracias a repetir y entrenar. Casi todos los ámbitos de la vida están moldeados por el hábito. Incluso las personas que conviven desarrollan su comprensión tácita.

Construir una naturaleza humana nueva

El principio de que el hábito se convierte en segunda naturaleza, nos permite desarrollar conscientemente nuevos comportamientos que contradicen nuestra naturaleza innata. Pueden volverse naturales con el tiempo.

Vemos la naturaleza original en la infancia. es egoísta, exige satisfacción del mundo. Este impulso persiste, a menos que se refine. Con el hábito, podemos entrenar para cuidar a los demás.

Hoy, la gente se explota mutuamente y genera conflictos. Pero desde este estado negativo, podemos ser conscientes de la necesidad de cambiar para crear una sociedad de conexiones positivas. Las fuerzas para lograrlo están disponibles, pero, conscientemente debemos aprender a usarlas.

Es hora de conocer la contradicción del comportamiento humano y la dirección de la naturaleza. A lo largo de la vida, buscamos equilibrio entre calor y frío, presión y vacío. De igual modo, al reparar nuestras relaciones, nos alineamos con la ley del desarrollo de la naturaleza. Esto traerá paz y mejorará todas las áreas de la vida.

Aplicación práctica

Debemos desarrollar procesos en los que cada uno se sienta responsable por la paz social y comprenda que su propio bienestar depende de ella. Al mismo tiempo, la sociedad debe dar ejemplos vivos de relaciones humanas correctas. Las ciencias sociales demuestran que la influencia mutua puede impulsar drásticamente el desarrollo humano.

Este cambio debe comenzar con medios de comunicación, educación y cultura. Debemos promover debates sobre la construcción de nuevas relaciones en televisión, radio, internet, prensa, música, teatro, cine, literatura, arte y más.

Rodeados de una influencia tan rica y positiva de ejemplos de la vida, sentiremos su influencia real. El reto es que la educación debe ser colectiva y conscientemente, construir la sociedad que queremos.

Este no puede ser un proceso manipulado ni impulsado por intereses políticos ni económicos. La transformación debe ser desde la base y resultado de que todos comprendan que es necesario un cambio colectivo.

Juntos, debemos crear un sistema socioeducativo que nos impulse. A medida que avancemos, desarrollaremos entornos más refinados que fomenten mayor responsabilidad y consideración mutua.

Como en todo juego, gradualmente aumentamos la dificultad para mejorar. Pero este no es un juego cualquiera. Es el «juego de la vida», un salto cualitativo en el desarrollo humano. Cada uno se convierte en parte activa de la sociedad, crea el entorno de apoyo que los demás necesitan y personalmente, crece en el proceso.

Así superaremos la crisis global, alcanzaremos un nuevo nivel de existencia y construiremos un mundo digno del ser humano. 

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Un comentario sobre “¿Hasta qué punto podemos cambiar la naturaleza humana?
  1. Jeiner dice:

    Muy interesante e importante información tan profunda gracias gracias gracias