
Hoy, más que nunca, vemos a la gente mayor, cada vez más, abandonada. En muchos casos, sus hijos no se preocupan por ellos, ni siquiera les llaman. Los niños de hoy sienten menos conexión con sus padres. Sus padres podrían estar muriendo y ellos serían indiferentes.
¿Por qué? Porque superaron sus deseos animales, es decir, el vínculo instintivo, ya no sienten apego natural. Ayudar, cuidar y pensar en los padres, simplemente ya no surge por sí solo. Por eso, no deberíamos engañarnos más ni forzar lo que ya no existe. Esta conexión natural se desvaneció y no volverá.
Hoy, si seguimos ayudando a nuestros hijos, nos necesitarán. Estaremos cerca de ellos mientras les demos algo. Pero en el momento en que dejemos de hacerlo, ya no sentirán necesidad de nosotros. Así lo dispuso la naturaleza en esta época. Estoy generalizando, por supuesto, de hecho, hay excepciones donde las relaciones siguen siendo cálidas y genuinas. Hablo de la tendencia general de la naturaleza actual, no de ejemplos aislados.
De cara al futuro, la brecha sólo se ampliará. En nuestra generación, los padres aún pueden guiar, heredar y aconsejar. En la siguiente generación, incluso eso se debilitará. Si padres e hijos no comparten los mismos objetivos que trasciendan nuestra existencia material, se distanciarán por completo.
Además, los padres tampoco pensarán mucho en sus hijos. Pensarán en pasar sus últimos años en paz, rodeados de amigos y compañeros, tal vez incluso de mascotas. Ya existen clubes para personas mayores, con actividades diversas para llenar el vacío, como: jugar cartas, dominó y bingo, .
¿Hay algo positivo en esta tendencia? No, nada. Simplemente así nos desarrolla la naturaleza. Hay demanda de un tipo de conexión diferente, ya no un vínculo terrenal ni animal, basado en biología y obligación, sino uno espiritual.
El vínculo entre padres e hijos debe basarse en algo más elevado: la búsqueda común del sentido y el propósito de la vida. Si padres, hijos e incluso nietos revelan un objetivo común —alcanzar el propósito de la vida—, ese objetivo los unirá. Sin él, nada los conectará.
Si los padres guían a sus hijos hacia la meta espiritual, crearán unidad tanto en el plano terrenal como en el espiritual superior. Esto conducirá a la revelación de la cualidad espiritual de conexión mutua, otorgamiento y amor.
Nadie quiere hablar ni enseñar ni fomentar esa conexión. Dependemos sólo de los lazos biológicos, pero continuamente vemos que, sin un objetivo común y mayor, más allá de la vida material, esas conexiones se desvanecerán.
Si estas palabras suenan duras, no es mi intención. Sólo describo la forma en la que funciona la realidad actual, este es el mundo que hemos creado. Es mejor revelar esta situación abiertamente, en lugar de ocultarla tras ilusiones. Al ver el bajo estado en el que estamos, podemos empezar a buscar una salida. Por eso, si no encontramos un objetivo espiritual común, nada nos conectará. Y por eso, hago un llamado a buscar este objetivo común. Al desempolvar nuestras ilusiones y ver el objetivo más claro ante nuestros ojos, construiremos vínculos nuevos, revitalizados y mucho más fuertes que nunca, no sólo entre padres e hijos, sino en la sociedad humana en su conjunto.



¿Cuál debería ser ese objetivo común y cómo enseñarlo?
Es totalmente cierto, cada vez hay mas distanciamiento físico y emocional y por supuesto espiritual. Nos hicieron creer que la espiritualidad era una manipulación de la religión y ahora, al menos yo, me he dado cuenta de lo equivocado de eso.