
El amor a los amigos es el primer amor verdadero que alcanzo. Significa que amo a todos en mi pequeño grupo, con tanta intensidad que mi conexión con ellos supera cualquier pensamiento o sentimiento hacia cualquier otra persona en el mundo. Este amor no es emoción ni preferencias personales; es un esfuerzo consciente por conectarme por encima de las diferencias, por encima de mi ego natural.
Desde la base de amor a los amigos, crezco. Mi corazón se expande. Gradualmente, mi percepción de quién me “pertenece” se amplía. Empiezo a sentirme conectado, no sólo con mi grupo, sino con la humanidad en su conjunto. Esta conexión creciente es «amor al mundo».
El amor al mundo es el grado máximo de amor. Abarca a todos los seres creados. Es aceptar plenamente la realidad como un sistema interconectado. Pero no llega en un instante. Lo construyo, paso a paso, con mi trabajo interior. Trabajo constantemente para expandir mis límites, para extender el círculo de amor, desde mi pequeño círculo al mundo entero.
Este proceso es mi tarea: cultivar amor dentro de mí, hasta que abarque toda la creación. Ese es el amor verdadero y así me asemejo al Creador, la fuerza superior de amor, otorgamiento y conexión que creó y sustenta toda vida.


