
Hay una frase hermosa de Stanislaw Jerzy Lec que se relaciona con esta pregunta: «No recibas a la gente con los brazos abiertos. ¿Para qué hacerles más fácil crucificarte?»
En términos de si podemos ser abiertos con los demás, debemos vivir como lo hacían los caballeros en el pasado: escudo en una mano, espada o lanza en la otra y siempre con armadura. Así debemos vivir hasta que, como humanidad, logremos la corrección, el estado en el que reemplacemos las relaciones egoístas (dar prioridad el beneficio propio sobre el de los demás) con relaciones altruistas (dar prioridad al beneficio de los demás sobre el propio).
Si bien, hablo de la necesidad de dejar que la fuerza de amor, generosidad y conexión positiva entren en la sociedad, no puedo abogar por abrirnos a los demás sin reservas. En un mundo gobernado por el ego, donde todos se dejan llevar por el interés propio, es necesario no abrirse demasiado, pues refleja la realidad del mal inherente a la naturaleza humana. Este mal está dentro de todos y es lo que impide que florezcan la sinceridad y apertura genuinas.
Muchos hablan de la necesidad de sinceridad y apertura, pero ¿actualmente dónde hay almas tan sencillas? Sólo puede haber apertura cuando la humanidad logre el proceso de corrección -del egoísmo al altruismo-, cuando realmente deseemos bien para los demás. Sólo así, poco a poco, podremos a los demás. Mientras tanto, nuestra incapacidad para hacerlo, debería preocuparnos e incluso dolernos, porque muestra nuestra desconexión y que permitimos que nuestra naturaleza egoísta dirija todos nuestros deseos, pensamientos y acciones.
El dolor y la desesperación por no poder abrirnos, debería conducir a un clamor genuino, a una oración y a una súplica para cambiar. Deberíamos anhelar acercarnos a los demás y los demás a nosotros, pero debemos entender que, en la dura realidad actual, es imposible. Sin embargo, este anhelo es fundamental. Está a la par con el propósito de la creación, donde la humanidad está destinada a lograr unidad, confianza y apertura en su estado final, uno donde vivamos con el “pegamento” invisible de la fuerza de amor y otorgamiento de la naturaleza que nos une.
El plan de la creación es que alcancemos un estado, en el que lo único que anhelemos, sea el bien para los demás. Con esa transformación, lograremos equilibrio total con las leyes de la naturaleza o como dicen los cabalistas, “adhesión con el Creador”, la fuerza superior que creó y sostiene la vida. Esta es la visión que impulsa mi trabajo y mis enseñanzas. Aunque no hay muchos que busquen ese objetivo, los cabalistas pueden ver detrás de la escena, en la llamada “sala de control” de la naturaleza, que conduce a la humanidad al estado eterno y perfecto de unidad con la fuerza superior de amor y otorgamiento, la fuerza del Creador. El proceso para poder abrirnos unos a otros sin retener nada, llevará tiempo, pero al final, todo saldrá bien.



Estimados,
Me gustaria pedirles su ayuda para encontrar una decena de estudio en Haifa Israel
Gracias
Isabel
Se desea con vehemencia este progreso hacia la sinceridad y apertura, pero no es el momento; y podemos conducir al que utiliza nuestra sinceridad y apertura a cometer el abuso. Es como poner una tabla, pero hacia la caída. Habrá que meditar para que este progreso sea dado en toda la humanidad.