
De hecho, el mundo actual está atrapado en una epidemia de miedo. La gente está perdiendo la confianza en los demás y cada vez menos personas se esfuerzan por alcanzar objetivos comunes. A diferencia del pasado, ahora, la codicia y la ambición nos impulsaban a lograr cosas, el miedo se volvió una cualidad dominante. Mucha gente siente que vamos hacia un callejón sin salida, pero yo veo este cambio desde una perspectiva positiva. No es un callejón sin salida en absoluto. Cuando te acercas a lo que parece ser un callejón sin salida, de repente descubres que hay una puerta y esa puerta conduce a otro mundo.
En el pasado, la gente podía encontrar consuelo en la fe. Creía en varios dioses o poderes superiores y esa creencia le daba sensación de seguridad y una forma de hacer frente a sus miedos y ansiedades. Pero hoy, esa fe está desapareciendo. Cada vez más gente pierde conexión con algo superior y se ve obligada a enfrentar sola su incertidumbre y miedos. No puede vincular su sufrimiento ni sus emociones perturbadoras con el gobierno de una fuerza superior y queda con sensación de agobio. El miedo nos consume cada vez más, paraliza pensamientos y acciones. Es como si quisiéramos cerrar los ojos, meternos bajo una manta como niño asustado y fingir que el mundo exterior no existe.
La salida de este estado es la educación, no soluciones mecánicas ni distracciones artificiales que ofrecen los técnicos de hoy, sino una educación que enriquezca la conexión, que nos revele el sistema de la naturaleza y su propósito: cómo funciona, por qué existe, dónde estamos desequilibrados y cómo podemos lograr equilibrio, eso nos llevará a una vida de paz y armonía. Una educación así, debería revelarnos que el miedo y las crisis que enfrentamos no son castigos, son oportunidades. Su objetivo es despertar preguntas más profundas sobre el sentido de la vida y guiarnos a descubrir la realidad superior que lo gobierna todo.
Si aprendemos a conectarnos con los demás, a superar nuestros miedos personales y a cultivar el apoyo mutuo, el estímulo y el amor en toda la sociedad, podremos transformar lo que parece un callejón sin salida, en un nuevo inicio. El miedo no es la última palabra, sino una puerta de entrada al crecimiento y a un nivel de existencia superior. Gracias a este proceso, podemos descubrir nuestra verdadera libertad y una sensación duradera de seguridad.


