Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Somos nuestro propio cáncer

universo cáncer interdependenciaDesde el inicio de la creación, hasta hoy, el universo ha evolucionado como un sistema, cuyos elementos están entremezclados y son interdependientes. Porque todo comenzó desde un punto, todo está conectado, siempre estará conectado y todo lo que sucede en un lugar, afecta a todo el sistema.

A medida que el universo evoluciona, los niveles superiores de existencia se manifestaron uno a la vez. El sustrato de todo es, por supuesto, el nivel mineral. Luego, a medida que apareció la vida, surgieron nuevos niveles: el vegetal, luego el animal y finalmente el humano. Cada nuevo nivel trasciende los niveles anteriores y depende de ellos para su supervivencia. En consecuencia, cada nivel está construido para mantener cuidadosamente el equilibrio dinámico que trae estabilidad y crecimiento a la Tierra y al universo entero. Durante miles de millones de años, así evolucionó nuestro hermoso universo.

Pero luego vino el nivel humano y destrozó el sistema. Nosotros, el cenit de la creación, fuimos hechos sin ningún sentido de equilibrio. Tomamos todo lo que podemos, donde podemos, y nada nos satisface. No nos esforzamos, como los otros niveles de la naturaleza, por sostenernos a nosotros mismos, sino por superar, controlar y en última instancia, destruir todo lo demás. El organismo llamado «Naturaleza», al parecer, tiene cáncer y nosotros somos ese cáncer.

Como el cáncer, hacemos metástasis; nos extendemos por todo el mundo y ahora aspiramos a hacer metástasis en planetas cercanos. Dondequiera que vayamos, llevaremos con nosotros el mismo espíritu: tomar todo hasta que no quede nada y luego, seguimos adelante. Como el cáncer, que muere con su organismo huésped, moriremos con el planeta Tierra, a menos que cambiemos, ahora que aún podemos.

 Es evidente que la Tierra está muy enferma. Este verano demostró, para el que aún lo dude, que la naturaleza está en desequilibrio. También es evidente que el hombre fue el elemento clave para llevar a la naturaleza a ese estado. Por tanto, el hombre y sólo el hombre, puede restaurar su equilibrio.

 Puede que estemos desprovistos del sentido inherente de equilibrio que posee toda la creación, pero somos inteligentes; podemos aprender cualquier cosa. Es cuestión de elección. Si optamos por desarrollar amor y consideración, compensaremos el impacto negativo de nuestro sentido inherente de explotación. Para crear equilibrio, debemos desarrollar esas cualidades, hasta el punto en que coincidan con el nivel de nuestro anhelo de superar, controlar y en última instancia, destruir. Dado que somos el único elemento que no está en equilibrio y causamos todos los síntomas de desequilibrio que muestra la Tierra, si equilibramos nuestro egoísmo con su cualidad opuesta, calmaremos a la naturaleza, pues todo es síntoma de un cáncer llamado, «humanidad».

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