Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Una Constitución de una oración

una constitución de una oración

El primer, primer ministro de Israel, David Ben Gurión, de pie bajo el retrato de Theodore Herzl, el padre del sionismo moderno, lee la declaración de independencia de Israel en Tel Aviv, 14/may/48, en esta fotografía publicada el 29 de abril de 2008 por la Oficina de Prensa del Gobierno de Israel (GPO). Ben Gurión, inmigrante polaco y padre fundador del país, dominó el movimiento sionista durante medio siglo. Israel marca el 60 aniversario de su fundación el próximo mes. REUTERS / Kluger Zoltan /

Evidentemente, la nación judía no se parece a ninguna otra. Incluso cuando queremos creer que nos parecemos, la vida o mejor dicho, el resto de las naciones, no nos dejan pensar así. Cuando se estableció el Estado de Israel, buscamos gobernar el país de acuerdo con las reglas que parecían apropiadas en ese momento. Como resultado, seguimos principalmente las reglas del mandato británico, con “sobras” de las reglas otomanas que le precedieron.

Sin embargo, de una elección a otra, nos damos cuenta de que nuestro sistema de gobierno está fallando; la gente está insatisfecha y el gobierno es disfuncional. No podemos ser como otros países porque no fuimos formados como otros países y no estamos destinados a ser como otros países. Estamos destinados a ser «Am Segula» (pueblo elegido), una nación virtuosa, “luz para las naciones” y seguir una constitución de una sola oración: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18).

Nuestros sabios lo sabían, por supuesto. Rabí Akiva declaró que esta era la gran regla de la Torá; El viejo Hillel le dijo al hombre que quería comprender la esencia de la ley judía: «Lo que odias, no lo hagas a los demás» y otras innumerables referencias en los escritos judíos dan testimonio de que los conceptos de amor a los demás y de responsabilidad mutua, son centrales en la ley judía.

Los fundadores de nuestro país también estuvieron muy conscientes de esta ley y de su vitalidad para nuestro éxito. David Ben Gurión, líder de la comunidad judía en Israel antes del establecimiento de Israel y primer, primer ministro del país, escribió: “’Ama a tu prójimo como a ti mismo’ es el mandamiento supremo del judaísmo. Con estas tres palabras (en hebreo son tres palabras), se formó la ley eterna del judaísmo … El Estado de Israel será digno de su nombre, sólo si sus estructuras sociales, económicas, políticas y judiciales se basan en estas tres palabras eternas».

Aarón David Gordon, ideólogo y la fuerza espiritual detrás del sionismo práctico y del sionismo laborista, hizo eco de las palabras de Ben Gurión cuando escribió: “’Todo Israel es responsable uno de otro’ … [y] sólo donde todos son responsables del otro, es Israel”. Finalmente, Eliezer Ben Yehuda, que revivió la lengua hebrea, afirmó, “aún tenemos que abrir los ojos y ver que sólo la unidad puede salvarnos. Sólo si todos nos unimos … para trabajar en favor de la nación, nuestro trabajo no será en vano”.

Lamentablemente, no hemos construido nuestros sistemas sociales, económicos, políticos y judiciales con base en estas tres palabras, como estipuló Ben Gurión, ni nos unimos «para trabajar a favor de la nación», como requería Ben Yehuda ni somos “responsables unos de otros”, como especificó AD Gordon. Como resultado, como país y como nación, estamos fallando miserablemente. Si seguimos por este camino, no tendremos futuro aquí. En el mejor de los casos, “escaparemos de la incomodidad hasta que queden muy pocos para merecer el nombre de Estado y se disuelvan entre los árabes”, como lo expresó el pensador y cabalista Rav Yehuda Ashlag. En el peor de los casos, seremos dispersados por la fuerza, ya sea por una guerra externa o por una guerra civil.

Si queremos evitar este destino terrible, pero seguro, no tenemos más remedio que entender que nuestra nación es espiritual y como tal, nuestro país debe basarse en la ley espiritual del amor a los demás: “Ama a tu prójimo como a ti mismo». Es la única constitución adecuada para nuestro país y nuestro pueblo y el único modo de gobierno que hará de Israel un Estado bienvenido entre las naciones.

Incluso Henry Ford, que detestaba a los judíos de su tiempo con tanta vehemencia que se convirtió en ídolo de Hitler y recibió de él el premio más alto que ningún alemán podría recibir, admiraba a los judíos de la antigüedad precisamente porque su estructura social se basaba en estas “tres palabras eternas”, como dijo Ben Gurión. Ford escribió: «Los reformadores modernos, que están construyendo sistemas sociales modelo … harían bien en investigar el sistema social bajo el cual se organizaron los primeros judíos».

Hoy, la tarea primordial que tenemos ante nosotros es establecer en la nación, una educación que nos eleve por encima de todas nuestras peleas y disputas y que se establezca la unidad, la responsabilidad mutua y de hecho, el amor por los demás. Dado que el odio está tan arraigado dentro de la nación, esta educación debe abarcar a toda la nación, en todas sus facciones, por igual y aplicarse a todas las edades. Debemos reformar nuestra sociedad de una donde gobiernan la envidia y el odio, a una donde el apoyo y el amor marquen el tono hasta, que, en la práctica, adoptemos el principio “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Es el único gobierno viable de Israel.

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Publicado en: Judíos, News
Un comentario sobre “Una Constitución de una oración
  1. Rosa María Lomeli Delgadorelac dice:

    Gran verdad!!! Muchas gracias 🌹 Dios los bendiga grandemente 🙏🌹

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