Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

De supervisores a supervisados: cómo los medios se han convertido en un fraude

Los medios de comunicación son tan tendenciosos que ya nadie espera que informen honestamente. Y sin una honestidad mediática, perdemos contacto con la realidad.

A los periodistas les gusta hacer gala de que los medios de comunicación son los “supervisores de la democracia”. Wikipedia describe este tipo de periodismo como “la comprobación de las actuaciones de los funcionarios públicos, la entrevista a figuras públicas cuestionándolos con problemas o preocupaciones”, y “el periodismo de investigación, que consiste en recopilar información sobre una misma historia durante un largo período de tiempo”. Pero lo que los medios de comunicación olvidan decirnos es que este perro guardián, como cualquier otro perro, solamente protege a los que lo alimentan. Una vez que Hillary se haya ido, no van a echarla de menos. Estarán demasiado ocupados en busca de un nuevo amo que los alimente, un nuevo dueño para el que ser sus “perros guardianes”.

Los medios de comunicación de hoy se han vuelto tan explícitamente tendenciosos que nadie espera que informen con honestidad. Cuando The New York Times anuncia con orgullo su apoyo a Hillary Clinton, ¿quién sería tan crédulo como para esperar unas informaciones veraces y, mucho menos, imparciales? O cuando la prensa ignora el hecho de que el Presidente Obama utilizó a sabiendas el servidor de correo privado de Hillary Clinton y luego mintió acerca de ello, no parece que sea “una comprobación de las actuaciones de los funcionarios públicos”, y ciertamente no es comportarse como un guardián de la democracia. Es ser meramente un perro; leal a su dueño.

Otro ejemplo de que los medios de comunicación manipulan la atención del público tiene que ver con la economía. Cuando los votantes expresaron abiertamente que el estado de la economía era su preocupación número uno –con un sorprendente 84% indicando que se trata de algo “muy importante para ellos”– los medios prácticamente lo ignoraron. ABC, por ejemplo, dio dos veces más de tiempo de emisión al divorcio de Brangelina que a la economía de los EE.UU. Al parecer, informar sobre la economía es malo para la economía (de ABC), por lo que la ruptura de la famosa pareja fue utilizada como cortina de humo para evitar abordar los asuntos económicos. Puede que, de ese modo, los lectores se sientan como si estuvieran en Hollywood, pero los problemas que verdaderamente afectan sus vidas no fueron abordados.

Y todo lo que es cierto para la política interna y la economía, también es cierto para los asuntos exteriores. Cuando la CNN informó acerca del “Estudio de nuevas medidas de seguridad en medio de la incesante violencia en Israel” debido a una oleada de apuñalamientos, tiroteos y atropellos, se les pasó por alto mencionar que, en todos estos casos, los atacantes eran palestinos y las víctimas eran civiles judíos: hombres, mujeres y niños de todas las edades.

 

Viviendo en una burbuja

El problema de la información tendenciosa es que nos desconecta de la realidad. A menudo hablamos de burbujas financieras, pero nos olvidamos de que nosotros mismos estamos viviendo en una burbuja creada por los medios de comunicación. Los periodistas de hoy no son juzgados (o contratados) por su integridad o su profesionalidad, sino por su capacidad de manipular verbalmente las opiniones y emociones de los lectores. Más que informadores de acontecimientos son “vendedores” de una perspectiva de los acontecimientos que sus editores ejecutivos y propietarios desean resaltar. Para la prensa de hoy, lo veraz carece de sentido.

La democracia pretende dar cabida a que todos se expresen libremente. Pretende consagrar la libertad de expresión. Pero lo cierto es que, la élite gobernante, que es quien concede las autorizaciones de negocios y lo regula todo, solo permite a los medios de comunicación presentar opiniones que sirvan a sus intereses. No podía ser de otro modo en un gobierno a cuyos miembros solo les mueven los privilegios autoadquiridos.

Si los medios de comunicación informaran con veracidad, nos daríamos cuenta de que nuestra situación es mucho peor de lo que pensamos: reconoceríamos que estamos dando vueltas a un círculo sin llegar a ninguna parte. Mientras estamos distraídos buscando el próximo placer inmediato, no nos damos cuenta de nuestro declive social y económico en las últimas décadas. Solíamos soñar con formar una familia en una casa con una valla blanca bordeando un jardín y un coche en el garaje. Hoy en día, la mayoría de los estadounidenses simplemente esperan que sus hijos puedan salir adelante en un mundo cada vez más violento e inhóspito.

 

Sacar partido de la línea media

Ahora, por fin, la gente está aprendiendo a recelar de la prensa y buscar la verdad. Pero en mi opinión, la gente no la encontrará porque los propios periodistas no tienen conocimiento de la verdad. La verdad, como cualquier científico confirmará, y como yo mismo aprendí de mis maestros –Baal Hasulam y el Rabash–, es el método de la unión. Solo puedes tener razón si incluyes a los dos bandos de un problema y explicas cómo se fusionan en uno. Curiosamente, en la Cabalá, esto lo denominamos el “modelo de las tres líneas”, que incluye la “línea izquierda”, la “línea derecha” y una resultante “línea media”. Solamente cuando se incluyen las líneas derecha e izquierda se puede crear la línea media; y esta será la verdadera.

El periodismo honesto únicamente puede tener lugar cuando las dos líneas se encuentran en el medio. Los periodistas son considerados, con razón, los educadores de la ciudadanía. Su influencia en la opinión pública es enorme. Sin embargo, si no están a la altura, pueden provocar el hundimiento del país.

Una transformación de tal magnitud no puede ocurrir de la noche a la mañana; pero ya se vislumbra un despertar. Trump –más allá de la jactanciosa demagogia– expuso algunas preocupantes verdades sobre la sociedad americana. Los medios de comunicación, en vez de esconderlas rápidamente bajo la alfombra, como suele hacer con las verdades incómodas, deberían sacarlas a la luz y hablar abiertamente de ellas. Y esto no debería hacerse con el fin de demostrar que unos llevan razón y otros se equivocan, sino para generar unidad por encima de los problemas. Las dificultades deben tratarse como los problemas en una familia bien avenida, donde, de manera natural, todos juntos buscan una solución. Cada miembro aporta un ángulo distinto, y la solución resultante no será la aceptación absoluta de un ángulo en concreto, sino que surgirá de forma natural cuando los miembros de la familia compartan sus reflexiones y busquen respuestas como un equipo, no como partes enfrentadas.

Si observamos la naturaleza, resulta evidente cómo las fuerzas en conflicto generan armonía. En el reino animal es muy fácil ver cómo reciben y cómo dan. La armonía que se crea con la fusión de dar y recibir genera lo que llamamos “vida”. Pero en la sociedad humana carecemos del componente de dar: lo único que nos dirige es nuestro deseo egoísta de recibir. Para alcanzar la línea media, debemos aprender a elevarnos por encima de nuestros egos y conectar con otros, como en el símil de la familia. Los medios de comunicación, que hasta el momento solo han promovido el segmento egoísta de nuestra naturaleza, deben ahora elevarse a un nivel en el que ser una legítima referencia. Deben introducir esa línea media: la fusión correcta de ambos segmentos de la naturaleza humana.

 

Educación para la conexión

Pero no debemos confiar exclusivamente en los medios de comunicación para transformar nuestra sociedad. Durante décadas hemos abandonado la educación de nuestros hijos dejándola en manos de la televisión e internet. Y, en consecuencia, los niños de hoy reflejan lo que han absorbido desde la más temprana edad: violencia, engaño y abuso.

Por lo tanto, la educación también debe ser reformada. Debe comenzar a inculcar valores en vez de mera información. Debe dedicar tiempo a enseñar a poner en práctica relaciones humanas positivas. Cuando dejamos la escuela para ir a la universidad o incorporarnos al mercado de trabajo, puede que hayamos adquirido información, pero ignoramos por completo cómo establecer relaciones humanas saludables. Y, sin embargo, es imposible conservar un trabajo, mantener una familia, o incluso cultivar amistades duraderas, si somos incapaces de establecer conexiones positivas con la gente. Nuestras escuelas se olvidan del elemento más trascendental en la vida adulta: nuestras conexiones con los demás.

El cambio de nuestras prioridades debe comenzar en la escuela primaria, continuar en la escuela secundaria, en la universidad y a lo largo de nuestra vida laboral. Es un proceso de aprendizaje que se extiende a lo largo de toda la vida, pero sus frutos aparecen de inmediato y se perpetúan.

En mi libro Self Interest vs. Altruism in the Global Era expuse la capacidad que tiene la educación pro-social para transformar la sociedad. Aprovechar la “línea correcta” –el lado positivo de la naturaleza– en nuestro beneficio traerá equilibrio a la sociedad. Esta fuerza puede elevarnos por encima del escuálido discurso oficial establecido por la prensa “libre” y permitirá que nos adentremos en una realidad de entendimiento y preocupación por los demás.

Nos guste o no, los estados teñidos de rojo y los de azul están todos en un mismo país. Pero para que Estados Unidos prospere, debe convertirse en una nación. Solamente cuando izquierda y derecha se fusionen por medio de esa línea media que une por encima de las diferencias, América volverá a ser grande.

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