Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Si no somos para nosotros, ¿quién es para nosotros?

responsables unos de otros

Mi maestro solía decir que si una persona se para junto a una bolsa pesada y le pide a la gente que le ayude a levantarla y ponerla en su hombro, nadie le ayudará. Pero si levanta la bolsa, la coloca sobre su hombro y la bolsa casi se resbala porque es demasiado pesada para que él, los que estén a su alrededor saltarán en su ayuda. La moraleja de la historia es simple: antes de pedir ayuda, esfuérzate en ayudarte a ti mismo. Así, si necesitas ayuda, la recibirás con certeza.

Hoy, más que nunca, está claro que solo nosotros podemos ayudarnos. Si esperamos a que los funcionarios del gobierno hagan nuestro trabajo, podemos esperar para siempre. Pero con responsabilidad mutua, no hay límite para lo que podemos lograr.

Hay muchas lecciones que podemos aprender de la pandemia, pero en mi opinión, la conclusión más importante es que somos un sistema y el bienestar del sistema depende de la calidad de las conexiones entre sus partes. El virus, con su increíble facilidad de contagio, nos enseñó que una infección en cualquier lugar, es una infección en todas partes. Contra nuestra voluntad, nos hizo responsables de la salud de los demás, pero al hacerlo, puso énfasis en una verdad que ya conocíamos: somos totalmente dependientes unos de otros.

La comprensión de que somos responsables unos de otros no llegó sólo para enseñarnos que no debemos infectarnos con enfermedades. Llegó para demostrar que, si queremos tener una buena vida en este planeta, tenemos que conectar nuestro corazón, pues de lo contrario, no tendremos motivos para hacer lo que debemos, para ayudarnos unos a otros físicamente.

Dicho de otro modo, la crisis de salud que estamos viviendo con la pandemia es, ante todo, una crisis social, un síntoma de desintegración social. De hecho, si no sufriéramos la desintegración social, la mayoría de las crisis que vivimos actualmente nunca se hubieran materializado. La ola de violencia armada en las ciudades de Nueva York y Chicago, ¿no son síntomas de desintegración social? La crisis de adicción a medicina recetada e incluso de venta libre, que mata a decenas de miles de personas cada año, ¿no se debe a la desintegración social? La violencia doméstica, la brutalidad policial, el racismo, el fanatismo, el abuso sexual, el abuso verbal y físico, la depresión, la obesidad, la cultura de la anulación ¿no son consecuencia de la desintegración social?

Es claro que el verdadero remedio que necesitamos hoy, es cuidarnos unos a otros o al menos ser responsables unos de otros. Pero nadie nos generará responsabilidad social si no lo hacemos por nosotros mismos: comunidad tras comunidad, ciudad tras ciudad, estado tras estado y en todo el país.

La Covid-19 es un desafío. Y estar a la altura del desafío es que si debe elevarnos a un nivel más alto que antes. De lo contrario, ¿por qué surgió el desafío en primer lugar? En el caso del coronavirus, evidentemente vino para elevarnos del nadir del aislamiento al cenit de la conexión. Hoy, es nuestro camino hacia la felicidad.

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Publicado en: News, Relaciones Interpersonales

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