Dr. Michael Laitman Para cambiar el mundo cambia al hombre

Qué nos dice la Coronafobia acerca de la Naturaleza Humana

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Foto por Engin Akyurt en Unsplash

El miedo mata. A medida que la COVID-19 continúa propagándose y el número de muertes en el mundo aumenta, el miedo a lo desconocido causa ansiedad extrema ”Coronafobia”. Los médicos de EUA están preocupados por las muertes adicionales que ocurren en gran número de pacientes con condiciones de tratamiento crónico, pues dejaron de asistir a los hospitales por miedo al contagio. Hay mucho más en este nuevo fenómeno de coronafobia de lo que parece. Refleja un cambio fundamental en la naturaleza humana, una nueva percepción de la interacción social que desencadenó la pandemia. Debemos ser conscientes de este cambio para adaptarnos apropiadamente.

Nuestro estilo de vida y hábitos cambiaron dramáticamente, tal vez para siempre, como consecuencia del coronavirus. Gente con trastorno obsesivo compulsivo, ahora ve comportamientos similares en un nivel generalizado, pues se evita el contacto personal, los apretones de manos, tocar cosas que no son suyas y se lavan las manos constantemente para evitar contraer la enfermedad. Muchos sienten temor de salir de casa y exponerse al mundo exterior no estéril, a menos que no tengan otra opción y estén equipados con mascarillas y todo el equipo de protección necesario.

Lo que se manifiesta en la superficie como miedo irracional a la enfermedad es sintomático de un cambio en la percepción humana, en las prioridades de la vida a nivel más profundo. Sin lugar a dudas, el tratamiento de la enfermedad no debe retrasarse ni evitarse por miedo, pero esta tendencia humana reciente, a volverse hacia sí mismo. surge por una razón.

Esta gran agitación mundial se abrió ante nuestros ojos. La epidemia frenó nuestro ritmo, nos obligó a detenernos y pensar dos veces en la relevancia de nuestra búsqueda interminable de placer. Nos dimos cuenta de que la búsqueda obsesiva de satisfacción a toda costa, es nuestra verdadera trampa, pues tan pronto como se cumple un deseo, surge uno nuevo y más grande. Por eso, constantemente caemos en el mismo círculo vicioso de vacío y falta de significado en nuestra vida.

Esta nueva realidad, de quedarnos en casa comenzó a convertirse en hábito, en una segunda naturaleza. Lo que al principio se percibió, como estar en prisión, atrapado en una situación estresante, de repente se siente cómoda y segura. Por supuesto, no se puede generalizar y decir que todos se sienten igual ni que les gusta lo mismo. Tampoco hay interés en que nadie lo haga, pero la tendencia indica que ocurrió una transformación en la forma en que nos relacionamos y vivimos nuestra vida.

Las ocupaciones también cambiaron en comparación con las generaciones anteriores. Reubicamos con rapidez nuestro trabajo al espacio virtual, una forma fácil de conectarnos, sin límites físicos ni geográficos. A pesar de que estamos acostumbrados al contacto físico, nos damos cuenta, cada vez más, de que el beneficio de trabajar en casa da frutos de muchas maneras: más tiempo de calidad con la familia, menos viajes largos y agotadores y ahorros financieros en costos generales de oficina más bajos.

Sin embargo, la etapa en la que nos encontramos ahora no es nuestro destino final. El espacio virtual es sólo una estación de paso en la transición de la existencia del mundo físico a un mundo más interno e introspectivo. Cuanto antes comencemos a sentirnos como parte integral de un espacio virtual global, más profunda será nuestra conexión interna. Ese tipo de conexión es la unidad de los corazones y no se mide por el número de interacciones físicas que tenemos en el mundo corporal.

En pocas palabras, la realidad virtual a la que nos llevó la pandemia es la preparación para establecer una sociedad más interna, integral, una conexión armónica. En este nuevo mundo, debemos aprender a conectarnos por encima de nuestras diferencias y crear conexiones trascendentes, participando al mismo tiempo en actividades comerciales y de trabajo.

Esta es la etapa que la raza humana necesita implementar. Necesitamos comprender los elementos y los medios de esta nueva realidad y aprender a usarlos para fomentar mejores relaciones humanas. Ahora es el momento de darnos cuenta de que somos una humanidad interconectada e interdependiente y de esforzarnos por preservar el sentido de integralidad que la crisis actual nos enseñó.

Nuestro único requisito es fortalecer nuestra conexión interna para crear una sociedad integral, con base en el principio; «el amor cubre todos los crímenes», como lo escribieron nuestros sabios. Un ambiente así, disipará todas las fobias, la incertidumbre y la ansiedad por el futuro.

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